La humanidad limita con

la inanidad (AOO).

Se me caen los límites encima

acortándome el paso

cual frontera que afrenta mi camino

enfrentándose al mismo

desfallezco no logro proseguir

adelante con tino

estoy varado y desamparado

en descampado incierto

los amores parecen perecidos

y arrecian los temores

en campos de silencio advenedizo

y soledad marchita

donde el invierno se ha recrudecido.

Viejos terrores han amanecido

temprano y de improviso

el mundo es cada vez más esperpento

parecido a sí mismo

repitiendo de nuevo su destino.

Hay un temor difuso de otros tiempos

macabros y necrófilos

las lápidas enuncian los decesos

sin esperar responso

las lágrimas caen entumecidas

sin esperar al llanto.

Un malestar intenso se apodera

de cuerpos y de almas

que no logran fundirse al unísono

testigo soy de cargo

de este cuadro grotesco y grutesco

entre goyesco y vano

que hace del hombre un ser represaliado.

En vano me despierto de este sueño

que es una pesadilla

pescadilla que se muerde la cola

para observar los límites

que me impiden el paso y el traspaso

y no me dan reposo

ni me dejan un poco de descanso.

Me levanto me yergo y pongo erecto

en medio del desierto

me levanto me yergo y me apenumbro

hasta caer al suelo.

Aquí resisto solo en soledad

que me oscurece el canto

hasta ser inaudible invisible

e imposible bajo

el firme firmamento de cemento.

Los límites limitan nuestros gestos

convertidos en gestas

desvaídas angostas decaídas

sobre el tráfago humano

un tráfico que trafica con hombres

despojados de serlo.

Se me caen los límites encima

y me quedo atrapado

impedido por el caos ingente

y la gente indigente:

en cuya compañía yo me encuentro

acompañado y solo

solo y acompañado y aun con suerte.

(La caída de límites

deja abiertos los frentes y fronteras).