Tras las reiteradas quejas de los agricultores y alcaldes de los municipios ribereños que más sufren las riadas del Ebro, la experiencia piloto puesta en marcha por el Gobierno aragonés sigue su curso y se consolida. Queda probado que el desbroce, la eliminación de vegetación y troncos muertos es compatible con el medio ambiente sin dañar al río. Y sobre todo se contribuye a minimizar los daños y los gastos que provocan las grandes avenidas.