En los años que llevamos disfrutando de nuestra democracia, jamás había inquietado tanto a la sociedad, a los ciudadanos, la corrupción política dominante, en esferas públicas e institucionales, adyacente a la pasividad de gobernantes en sus funciones, olvidando que el ciudadano, de cualquier territorio del Estado, merece contar con administraciones públicas eficientes y gobiernos de servidores públicos solventes y no de pillos, marrulleros y maliciosos.

La similitud entre la actividad política y la sanitaria es cada día mas patente si no haces una buena historia clínica, incluso con fotografía, que en un momento determinado, según sus gestos y señales permitan comparar los rasgos externos (el fenotipo) con el genotipo, de tal forma que podamos tener un buen diagnostico, perfeccionado con los progresos tecnológicos. En estos momentos es difícil saber lo que desde hace una semana esta ocurriendo en Cataluña. Unos dicen, a través de sus medios afines, que no se dan las circunstancias de actuar ¿por qué? ¿cómo? ¡Si no ocurre nada! Mienten. Algo esta pasando y no interesa que nos enteremos, a pesar de que las imágenes son exhaustivas. Otros, representantes del progresismo socialista, indican que es un problema de orden público, y que se puede visitar Barcelona sin problemas. Miente. La exactivista y panfletaria, hoy alcaldesa, dice que le ha costado la broma independentista mas de 2,5 millones de euros. Miente. El resto, unos mienten bramando a favor y otros mienten berreando en contra sin darse cuenta, que todos, todos sin excepción, son culpables de la innegable patología política. Cataluña padece un cáncer aberrante independentista, desde hace dos o tres años y ahora se manifiesta con la máxima agresividad por no haber sido tratado adecuadamente en su tiempo. Siendo ya entonces, una urgencia, el progresismo del plan antiguo y los del deficiente plan nuevo, lo estacionaron en lista de espera.

Ahora surge de dicha lista de espera asociado a una contaminación de neoparásitos políticos oportunistas de otras autonomías lo suficientemente contaminadas para actuar de urgencia. Consecuencia de la incompetencia e incapacidad para hacer una política de consenso en beneficio de todos los ciudadanos, de cualquier pensamiento o ideología. La notoria y manifiesta descomposición de la política y de la función pública propiciada, entre otras causas, por un claro empoderamiento de la corrupción en sus mas diversas formas, todas ellas, protegidas por la derecha, la izquierda, republicanos, monárquicos, conservadores, el centro, arriba, abajo, todo Madrid, junto al resucitado comendador del valle, a través de leyes por todos consensuadas, han contribuido, han sido factores fundamentales para que el populismo, protegido por el pernicioso socialismo del siglo XXI, llegara al Gobierno nacional y a los gobiernos autonómicos.

La experiencia ha demostrado que cualquier tipo de cáncer, político, sanitario, cultural, científico, universitario o social, no puede permanecer tanto tiempo en lista de espera, sobretodo si es consecuencia de la incompetencia de quienes tienen el deber de combatirlo. Toda deficiente o inadecuada medida cursa con morbilidad y mortalidad innecesarias. Estos efectos disminuyen si la ambición desmedida de los responsables se convierte en servicio a los demás. Este importante, raro, difícil y diferente país nuestro, hay que sacarlo de la lista de espera progresista y conseguir una gestión política inteligente, efectiva, y adecuada a los tiempos que vivimos, antes de que a través de las redes sociales o medios de comunicación, se produzca una metastatización con efectos irreparables, con graves cicatrices, no solo económicas sino de convivencia, odio y rencor. Algunas a pesar del tiempo aún siguen abiertas por que las han activado.

*Catedrático emérito de la Universidad de Zaragoza