Este año, diciembre, además del Belén, los turrones, el Arbol y los regalos, nos trae dos acontecimientos de la máxima importancia para Aragón: la Cumbre Hispano-Francesa que se celebrara mañana martes en la capital aragonesa y, poco después de una semana, la posible designación de Zaragoza como sede de la Expo 2008. No exagero al decir que de los acuerdos que se adopten en esos dos acontecimientos, va a depender el despegue y la proyección de una ciudad que mañana, durante unas horas, se convertirá en centro de la atención informativa internacional. Sólo por eso, ya se justificaría el esfuerzo que supone la organización de un encuentro al que asisten los presidentes de España y Francia, varios ministros de ambos países y algunos presidentes autonómicos, para tratar asuntos de interés común. Entre otros, las comunicaciones a través del túnel del Vignemale y del Canfranc. Al menos, eso esperamos. Tiene esperanzas nuestro gobierno autónomo de que esta vez sí, Francia de un paso adelante con el Vignemale, proyecto que ya debería contar con los estudios de viabilidad y tráfico, que cuenta con la oposición de los municipios del valle francés de Lourdes, y con el apoyo de Aragón. En cuanto al Canfranc, se trata de una reivindicación histórica de los aragoneses que, en este momento, depende exclusivamente de Francia, país que ha incumplido los compromisos adquiridos hace cuatro años en Santander. Así que sería deseable que en esta ocasión, el encuentro sirviera para algo más que para hacerse la foto de familia a las puertas del Pignatelli. *Periodista