El presidente del PP en Aragón, Luis María Beamonte, y el alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, saben que el gran pacto de unidad de todas las fuerzas políticas en Madrid tendría el aplauso general de los españoles y la satisfacción de Europa, por lo que tienen claro que es una cita obligada en la que su líder, Pablo Casado, debería estar. Es una oferta para la recuperación del país incómoda porque los populares sospechan que puede acabar siendo una maniobra del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para compartir sus errores y la crisis económica que ya está sacando a flote la pandemia, e incluso para silenciar a la oposición. Quién sabe si aún habrá sospresas y el PP no estará en esa cumbre, pero sería bueno para seguir la senda de Aragón y demostrar, como aquí, que el PP antepone el interés general por encima de sus intereses de partido. Y saben que pese a que la responsabilidad del éxito o el fracaso del pacto nacional, aunque también le corresponde a la oposición, es de quien lidera, ningún español entendería que el PP no participara en esa reconstrucción.

De hecho, Beamonte y Azcón están entendiendo el tiempo de consenso, generosidad y solidaridad en el que nos encontramos en Aragón. Ambos se encargan de decir que el presidente aragonés, Javier Lambán, como director ejecutivo de esta etapa de crisis, es la antítesis de Sánchez y por eso solo se transmite unidad. El líder socialista autonómico habla asiduamente con el alcalde y con el presidente popular y no tienen ningún reparo en compartir protagonismo, ideas y, por supuesto, objetivos finales. Lo mismo hace el presidente del Gobierno de Aragón con el resto de líderes de las fuerzas políticas parlamentarias y es lo que ha permitido aunar esfuerzos, junto con empresarios y sindicatos y los municipios de la comunidad, para buscar entre todos las propuestas que hagan posible encauzar la vida social y económica de Aragón una vez que acaben los confinamientos y vuelva, más o menos, la normalidad.

La idea de que Aragón --que se supone estará representada como comunidad en esos nuevos Pactos de la Moncloa-- quiera aportar a ese encuentro nacional la propuesta de toda la sociedad aragonesa es un ejemplo de la piña que aquí se hace por esa recuperación. Y los barones aragoneses del PP están respaldados por la dirección nacional porque el clima político de Aragón es de normalidad. Eso sí, no tendría ningún sentido que su partido no estuviera como tal en la mesa nacional. Sería una incongruencia. Además, Beamonte y Azcón saben que están en el punto de mira de toda España porque los Pactos del Pignatelli son los primeros del país y tiene toda la pinta que van a ser calcados, al menos en la puesta en escena y en el fondo del contenido, por otras comunidades autónomas. Si Lambán ha sido capaz, una vez más --segunda transversalidad en pocos meses-- de juntar a fuerzas tan dispares como las que están representadas en la Aljafería --igual que CHA no es llamado al pacto nacional porque no tiene representación en las Cortes Generales, parece razonable que Teruel Existe tampoco esté en el de Aragón porque no está en el parlamento autonómico-- debería poder hacerse en otros territorios y en España. Y no solo con parafernalia, sino con propuestas concretas.

Hace ya tiempo que decimos que está habiendo muchos cambios en todo, también en política. Y si el coronavirus va a cambiar nuestras vidas, quizás va a ayudar a algo que ya había comenzado y muchos políticos no veían (otros, sí): que ha llegado el momento de los pactos y de los acuerdos. Y si ahora estamos viendo en cada rincón de nuestro país múltiples iniciativas de ayuda a los demás, quizás es el momento de que los políticos también vayan aplicando ese aumento de la solidaridad que estamos viendo entre los ciudadanos. Hay que eliminar el egoísmo que ha caracterizado a todos los partidos políticos durante muchos años con la excusa de buscar el bien para los demás, cuando realmente, era para los que lo decían. Hay que valorar cada vez más la igualdad como vertebradora de una colectividad. Llevamos al menos un mes viendo que entre los aragoneses y en general entre todos los españoles hay muchos mimbres de esa solidaridad. Gobierno y oposición van por buena senda en Aragón. Solo hay que seguir apostando por eso, sin que signifique uniformidad ni ganas de silenciar a la oposición. Porque al Gobierno hay que seguir fiscalizando y el PP aragonés tiene claro que si hay un aprovechamiento político se saldría de esta senda. Pero es el momento de ser solidario en todos los campos para que ninguna generación se pierda más.

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