El maná presupuestario, en forma de casi doscientos millones de euros, comienza a caer del cielo de Rodríguez Zapatero sobre la exhausta Zaragoza, y esa, en principio, es una buena, incluso muy buena noticia.

La ministra de Fomento, Magdalena Alvarez, acaba de detallar en el Congreso de los Diputados el destino urbanístico y estructural de esas amplias partidas, que irán dedicadas a la finalización de los grandes cinturones de ronda, la red ferroviaria de cercanías y nuestro depauperado auropuerto, que es quizá, o sin quizá, el punto más débil de una ciudad que exige y merece más numerosos y mejores --y puntuales-- enlaces aéreos.

El alcalde Belloch ha expresado su satisfacción por esta decisión gubernamental que avala, en efecto, las promesas de campaña formuladas por el líder socialista, el mismo que, prestando un valioso servicio a la comunidad aragonesa, ha derogado el trasvase del Ebro, sustituyendo su expolio por una política hidráulica mucho más acorde al desarrollo sostenible de los distintos territorios afectados por el uso y distribución del oro líquido.

La importancia del impulso comprometido por el ministerio de Fomento reside, sobre todo, en la incapacidad de las instituciones aragonesas --Diputación General y Ayuntamiento de Zaragoza, fundamentalmente-- por acometer en solitario esas megaestructuras de carácter público que, bien competecialmente, bien presupuestariamente, escapan a su completa ejecución.

Si el departamento de Magdalena Alvarez hubiese obrado en sentido contrario, de negarse, desde Madrid, esa colaboración económica que tan legítimamente nos corresponde, la capital aragonesa habría sufrido un serio frenazo en sus aspiraciones desarrollistas. De esta manera, con esos 194 millones de euros ya comprometidos, y algunos más que puedan venir, el futuro nos sonríe con un poco más de convicción y ánimo.

El proyecto de la Exposición Universal, que se acerca día a día a su hora definitiva, al infartante momento de la designación de sede, ha servido ya, por tanto, como gancho, argumento o motivo para captar esas inversiones estatales que deben contribuir a mejorar nuestras infraestructuras viales y, en consecuencia, a mejorar nuestro nivel de vida. Una vez se hayan concluido los cinturones de ronda, recompuesto las redes de cercanías y, sobre todo, situado el aeropuerto al nivel que le corresponde entre las grandes capitales del país, los zaragozanos estaremos en disposición de competir con nuevas y mejoradas armas. Nuestra posición geoestratégica será, en efecto, una pieza básica para la atracción de capitales, para agilizar una balanza de exportación que ya nos es favorable, y para comunicar Zaragoza con las ciudades del AVE, según ese proyecto cultural que ya está en marcha, y que puede funcionar, en efecto, a alta velocidad.

Noticias positivas, por tanto, al calor de esa inversión estatal que supone un punto de inflexión en nuestras relaciones con el gobierno central. Zapatero está cumpliendo.

*Escritor y periodista