Lunes a primera hora. Nieva en todas partes. Lo sé porque en Twitter la nieve es trending topic. Por doquier aparecen bucólicas estampas de paisajes nevados tomadas desde ventanas de toda España. Como en Madrid son más, el hashtag #NievaEnMadrid se impone. A algunos madrileños la nevada les da por lo histórico: cuelgan fotos de la de 1940, que dejó la Gran Vía convertida en una pista de esquí. Otros comparten vídeos de sus aparatosas caídas en la nieve. Otros lucen sentido del humor: «Con este frío, ser soltero es de valientes». Los hay que toman decisiones precipitadas: «Tenía que ir la semana que viene pero iré hoy para ver la nieve, qué ilusión». Y quien muestra una foto de sus pies en sandalias para hacerse el machito o el moderno, quién sabe. Por ahora, diría que la nevada ha sacado lo mejor de cada uno. Todo el mundo lo ve todo precioso. Patrimonio Nacional se congratula de que el Palacio de Oriente esté cubierto de blanco, porque eso hace que los visitantes disfruten como niños.

Aparecen las primeras reacciones adversas y alguien se queja de lo de siempre, falta de previsión de alguna autoridad. Al cabo de cinco minutos, todo resulta aburrido, previsible, repetitivo.

En medio del lío de voces me detengo en Miguel de Unamuno, que resucita en Twitter con foto y todo para autocitarse: «Quiero que alguien mire mis libros como un madrileño mira la nieve». Esto de Unamuno en Twitter, por cierto, responde a la iniciativa de recuperar para las redes grandes figuras de la cultura. Lo celebro como lo mejor que me ha traído este lunes blanco.

*Escritora