El sector del automóvil se encuentra desde hace años, pero ahora de forma más acusada, en un punto de inflexión. La transición hacia el coche eléctrico y conectado ya no es una vaga promesa de futuro, ni debería concebirse como una opción marginal, sino que es justo lo contrario: el camino hacia la reconversión de una industria que debe modernizarse y que debe hacerlo cuanto antes. De lo contrario otros países competidores se quedarán con la parte más preciada del mercado. Y eso significa plantas de producción y puestos de empleo. A eso se referían los máximos directivos de Seat y Volkswagen este viernes, en la fábrica de Martorell, en la celebración del 70º aniversario de la marca, un día después de que la ministra Reyes Maroto anunciara la creación de un consorcio público-privado (con el Gobierno, Seat e Iberdrola y abierta a otras firmas) para impulsar la primera fábrica de baterías en España. La visita de Felipe VI y del presidente del Gobierno dio aire de institucionalidad al firme compromiso por la electrificación de la compañía automovilística. Sin embargo, esta buena noticia ha supuesto un jarro de agua fría para Aragón, como ayer mismo reconocía el presidente de la comunidad, Javier Lambán. Él, junto a la consejera de Economía, Marta Gastón, el de Agricultura, Joaquín Olona, y una representación de empresarios llegaron a viajar a China para intentar traer esta planta. Aragón reunía las condiciones necesarias por la presencia de Stellantis en Figueruelas, pero las negociaciones han resultado infructuosas y la fuerte inversión llegará a Martorell.

Desde una lectura estrictamente económica, la presencia de las máximas instituciones del Estado en la fábrica de Seat es también una imagen del apoyo público al sector del automóvil, que representa el 10% del PIB y el 9% del empleo en España. La marca española realizará el desarrollo de una plataforma 100% eléctrica, que irá a Martorell. Para conseguir este objetivo las empresas deben contar con el apoyo de las administraciones, mediante incentivos fiscales e inversiones públicas que atraigan a su vez la inversión privada. El proyecto en el que trabajan Volkswagen y el Gobierno contará con los fondos de recuperación económica europeos.

A la necesidad de replantear el turismo hacia un modelo más sostenible y armonizado con los intereses de la población local se debe sumar también el debate sobre la reindustrialización. Una manera de contrarrestar el goteo del cierre de fábricas es apostar por una nueva industria, más limpia, más eficiente y capaz de generar empleo más estable y cualificado. Una economía más resiliente que pueda afrontar futuras crisis con mejor mimbres que los que tenemos hoy.