La nueva tarifa eléctrica es como un laberinto oscuro en el que resulta imposible hallar la salida. Ahora, tras el fracaso de la liberalización con el modelo de subasta trimestral que el Gobierno invalidó en diciembre, llega otro sistema no exento de controversia y dudosa planificación. En vigor desde el 1 de abril, ha concluido el periodo de adaptación para las tres grandes compañías que copan el mercado. Este modelo no afecta al precio fijo (el que se abona por kilowatio contratado) y sí al variable (el que se paga por el consumo). Las compañías facturarán al cliente según el precio de mercado de cada hora del día. Semejante ajuste requiere de unos contadores inteligentes, que detallarán cuánto se ha consumido cada 60 minutos y con qué coste para el cliente. Parece ser que la casa se ha empezado por el tejado. Solo hay instalados un tercio de los 25 millones de contadores previstos. La Comisión de los Mercados y la Competencia aún debe fijar los procedimientos de esos nuevos artilugios y el Gobierno, los plazos. Por ello que se volverá a aplicar otro sistema transitorio. La luz va y viene.