Emmanuel Macron es un liberticida peligroso. No cabe ninguna duda. Ha anunciado que amplía las restricciones y los confinamientos en todo el territorio de Francia. Cuatro semanas. Un mes enterito. Hasta el tres de mayo. Toque de queda a las 19.00 horas. La hostelería cerrada. Y los comercios. Y todo el que pueda, a trabajar desde casa. Y el que no pueda pues que se acoja al erte. Y nadie se podrá alejar más de 10 kilómetros de su lugar de residencia. Y ¿los colegios? También cerrados. Las vacaciones de primavera se extienden hasta el 26 de abril y los de bachillerato volverán a los institutos el 3 de mayo. Se acabó.

Macron en 2016 fundó un movimiento político ¡En Marcha! presuntamente con vocación centrista. Pero ya se ve. Con la excusa de la pandemia en marcha… hacia el socialcomunismo bolivariano. Resultó un peligroso traidor al lema oficial de la República Francesa “Liberté, égalité, fraternité”. No sé qué espera Díaz Ayuso para proclamar “o yo, o Macron” y organizar otro Dos de Mayo en vez de confraternizar con los franceses en la noche madrileña.

Y ¿qué me dicen de la canciller de Alemania, Ángela Merkel, que inquieta por la evolución al alza de la pandemia amenazó a los länder con tomar las riendas desde el Gobierno Federal y acabar con su autonomía llevando al Parlamento una nueva Ley que le permita tomar decidir por encima del federalismo? Otra liberticida, sin duda. De la “Unión Demócrata Cristiana” al socialcomunismo. Y ¿qué pensar del resto de presidentes autonómicos españoles que toman acuerdos coartando la libertad para moverse y tomar copas? Pues otros peligrosos socialcomunistas, no sé si incluidos los del PP. Menos mal que tenemos a Díaz Ayuso, la nueva centinela y faro de Occidente, que nos ilumina y defiende con la ayuda imprescindible de Miguel Ángel Rodríguez que le proporciona el combustible. Tiembla, Casado.