A través de distintas formas de expresión, donde resaltan una fotos de ella misma instantes después de haber dado a luz en su casa, ¡placenta en el suelo incluida!, la artista argentina afincada en Barcelona Ana Álvarez-Recalde lleva a cabo una pequeña gran cruzada con la que trata de reivindicar el estado puro de la maternidad, sin tapujos ni puestas en escena asépticas y medicalizadas made in Hollywood. Su lucha es vibrante y no le faltan vetos en la red ni "silencios camuflados". Uno de sus tres hijos llegó con una situación neurológica "complicada". "Si ser madre es una desafío --dice--, serlo de un niño dependiente lo es más".

En el Miguel Servet, Juan, que aparentemente venía sin problema tras los nueve meses de gestación, decidió no salir. Aún nadie alcanza a comprenderlo, pero optó por quedarse dentro en el momento clave. Y es raro. Porque aquí fuera las cosas no van bien, por mucho que el PP diga lo contrario; aunque tampoco tan mal, por mucho que los pensadores nos avisen de que esta es una sociedad con escasos lazos, deshumanizada y con oscuro futuro. Además, siempre podría haber pertenecido a esa generación que quizá sí le dé la voltereta al modelo. ¿Por qué no?

Pero Juan decidió no salir y con ello provocó a su alrededor todas las preguntas posibles, incluida si los límites de la maternidad no estarán allí donde una mujer renuncia a la cesárea y accede a parir un hijo sabiendo de antemano que viene muerto. Sin tiempo para las respuestas, en Gaza saltó la noticia de que una niña estuvo casi una semana luchando en una unidad de prematuros después de llegar de sopetón a una guerra que se había llevado por delante a su madre. En un primer momento, un misil acabó con Shamina, pero no con su hija, a la que los médicos extrajeron del vientre materno tras comprobar que aún vivía.

Fue días más tarde cuando los constantes cortes de fluido eléctrico del hospital dejaron a la pequeña sin el oxígeno necesario en la incubadora. No una, la tuvieron que matar dos veces cuando parecía estar llamada a sobrevivir para recordarles a los israelís precisamente un proberbio judío: "Dios no podía estar en todos lados, por eso creó a las madres". Periodista