Sí: ha vuelto Zidane, y eso ha tranquilizado a la parroquia merengue y a la ciudadanía fetén, porque el Madrid es más que un club, de la misma manera que Florentino está muy por encima de otros presidentes, que quizás compartan con él la dedicación al hormigón y al ladrillo, pero no tienen en su estadio un palco presidencial donde el cambalache al más alto nivel esté consagrado desde aquellos jodidos tiempos del Caudillo por la gracia de Dios.

Cuando hablo con mis colegas de la Villa y Corte, siempre presumo de lo tranquilo y lo bien que se vive en provincias, sobre todo en provincias como las de la Tierra Noble, donde nadie pasa tantos nervios y berrinches como en Madrid... ni de lejos.

Aquí la vida discurre a otra velocidad. Buena prueba de ello es el propio universo futbolero. Allí, en la megacapital del Reino, dos semanas de relativos desastres madridistas (ni Liga ni Copa ni Champions) provocaron una tempestad horrorosa. Ramos, el capitán de los exgalácticos, y Pérez, el gran capo, casi se enzarzan en el vestuario. Mentideros y chiringuitos echaban humo y llamas. La tragedia alcanzaba proporcviones telúricas, y todo era repartir culpas, jurar en hebreo, maldecir y echarse a la cara los millones (o sea, los millones que se reparten quienes manejan el show business, a costa de los demás). Ahora, Zidane, uno de nuestros más famosos moros buenos, tendrá que ser más bueno y más hábil que nunca. Si no, el caos.

En cambio, el Zaragoza lleva mogollón de tiempo en Segunda. Fue sucesivamente una herencia molesta, un aventura sociopolítica y ladrillera del Marcelinato socialista y, desde hace ya siete años, una apuesta no menos sociopolítica y ladrillera de los que se consideran grandes señores de la Ciudad Inmortal. Al principio, la decadencia del equipo (mascarón de proa de la metrópolis íbera) provocó protestas, sofocos y cabreos del respetable. Ahora, bajo el mando de reconocidas personas de orden, se acabaron los pitos, los pañuelos y las cosas feas. Cero nervios, resignación eterna, paciencia sin fin. Que aprendan en Madrid. Hi