Mientras los exministros de Economía intentan explicarnos las claves de la crisis y el rescate financiero, Madrid, la capital fiscal y mediática de España (salvo del País Vasco, claro), se regocija por lo bien que va la recentralización de facto. Los mentideros de la capital del Reino son un amable mercado donde se intercambian felicitaciones, besos y palmadas en la espalda, porque Barcelona ha sido puesta bajo control, y aunque los independentistas tienen mayoría en el Parlament, la cárcel y el exilio (o sea, la ley, ¡bang, bang!) impedirá que puedan volver a las andadas... o a cualquier parte.

Hasta hace poco estuvo vigente la idea, tan católica, de que un acto de contrición y un arrepentimiento bien elaborados absolvían de pecados, pecadillos y pecadazos. Pero ahora los hijos de la república catalana piden perdón ante los jueces, con sonoros golpes de pecho y fehacientes muestras de dolor, y no les sirve de nada, pues la Fiscalía no suelta la presa y los jueces jamás podrían permitirse el lujo de liberar a Puigdemont, los Jordis y el resto de la peña. Ese Madrid español hasta los tuétanos se los comería crudos.

El 21-D y su resultado, la verdad, va transmutándose en una cosa muy rara, muy incómoda y muy poco política. Aquella cita con los más puros ideales democráticos ha derivado en un sinsentido, porque una parte de los electos, aun no habiendo sido juzgados ni mucho menos condenados, no pueden recoger su acta. Tal anomalía evidencia la debilidad de nuestro supuesto Estado de Derecho y desmiente la pretensión de que el problema catalán ya está resuelto, o en vías de solución. De eso, nada.

Pero Madrid se nos va de las manos. Su potencia centrípeta aumenta cada día. Con absoluta voracidad atrae inversiones, sedes de empresas, actividad burocrática, embustes, trasiego de maletines, quiebras fraudulentas, petardazos tecnológicos, superávits, maravillas, chefs, actrices, escritores, futbolistas y patriotas unionistas. Rajoy aún se atreve a todo. Ciudadanos avanza. En cuanto echen a Carmena del ayuntamiento, aquello será la hostia.