Sólo hace falta que la fruta esté realmente madura, para que caiga. Y a nuestro comandante en jefe venezolano (proclamado presidente por un órgano no legitimado por la Constitución creado ad hoc para perpetuar su gobierno), madura por segundos. Más, desde que su opositor Guaidó, se ha proclamado presidente interino, por entender que el segundo mandato de Maduro es ilegítimo. No le falta razón, y es que con la ley en la mano, el hecho de que el presidente no haya jurado su cargo ante la Asamblea Nacional, no legitima el nombramiento, un escenario en el que la Carta Magna venezolana, faculta al Legislativo a ejercer las funciones del Ejecutivo. Muy buena y valiente jugada, que ya tiene aliados externos, pues Guaidó es reconocido como «presidente interino» por gran parte de la comunidad internacional: Trump y todos los países latinoamericanos del grupo de Perú, además de la OEA. La UE, como siempre más descafeinada, sólo reclama unas elecciones libres. No obstante, curioso el momento elegido para dar el paso, justo un 23 de enero, fecha conmemorativa del comienzo de la democracia en Venezuela tras la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en 1958. Mientras, el iluminado líder chavista preguntándose juiciosamente, «¿puede autojuramentarse un cualquiera como presidente?». ¿No es lo que ha hecho usted, caballero? Madure, Maduro, y caiga de una vez, aunque para ello los altos mandos militares deban abandonar su lealtad al chavismo, algo poco probable, pero no imposible.

*Periodista y profesora de universidad