Llevar el precio oficial del dinero al 0,05% como hizo ayer el Banco Central Europeo puede parecer una buena noticia, pero es un síntoma preocupante. El BCE reconoce que la economía europea se está parando, agota su última bala monetarista y empieza a usar el arsenal heterodoxo: comprar deuda, o sea, imprimir billetes. Y para que el excedente de liquidez no vuelva al propio BCE, este cobrará el 0,2% a los bancos que decidan dejar dormir el dinero. Se pretende que circule de una vez, porque por mucho que la prima de riesgo esté bien, la economía real no lo está.

ESTRATEGIA EQUIVOCADA

Algunos de los padres del europeísmo soñaban con formar unos auténticos Estados Unidos de Europa. En su lugar tenemos cooperaciones imperfectas solo en algunas áreas. La política exterior, la defensa común y hasta el GPS europeo no funcionan como debieran, y ocurre igual en el plano económico. Se han cumplido siete años del comienzo de la crisis financiera global, en la que el país de origen del desastre, EEUU, tuvo muy claro cómo actuar: reconocer pérdidas, sanear y volver a empezar, inyectando desde el primer momento dinero en la economía financiera pero también en la real. Hoy, con un PIB, una actividad industrial y un empleo mejores que en el 2008, la Reserva Federal comienza a retirar los estímulos. En Europa, la inacción nos lleva a languidecer y a engordar la deuda no productiva. Si estos últimos estímulos no van acompañados de planes contundentes de reactivación (reindustrialización, infraestructuras, innovación-), solo nos acercarán más a una economía zombi como la japonesa, cada vez más parada y endeudada. La guinda de este amargo pastel la tenemos en casa. Si solo movemos la economía mediante el turismo y una exportación basada en mano de obra barata, cuando las economías de nuestros clientes (el resto de la UE) se frenan nosotros vamos detrás, pues poco podemos esperar del consumo cuando la devaluación interna nos ha hecho más pobres e insolidarios. Hay quien dice que en España la recesión fue más dura porque su inicio cayó en antesala electoral y se quiso disimular. Ojalá no tropecemos dos veces en la misma piedra y en Economía se abandone el discurso triunfalista aunque a Luis de Guindos le haga ilusión presidir el Eurogrupo. Nuestra sociedad no se merece otro lustro de estrecheces.