En las últimas elecciones municipales y autonómicas, celebradas en el pasado mes de mayo de 2003, el Partido Popular resistió con sorprendente firmeza las consecuencias del Prestige , de su política autoritaria, y de la rebelión popular contra la guerra de Irak. Sólo hubo entonces un territorio donde la derecha, liderada en aquellos comicios por Gustavo Alcalde y José Atarés, como principales candidatos, cosechó una clara y amarga derrota: Aragón.

¿Recuerdan por qué?

Ahora, hoy, diez meses después, tras la fúnebre fiesta de estas elecciones generales, la comunidad aragonesa, con la catalana, ha vuelto a ser el patito feo en el lago de los cisnes de Moncloa. Porque de todos los cabeceras de lista de las capitales autonómicas, Luisa Fernanda Rudi ha sido la que ha sufrido un mayor rechazo en las urnas, sacando la peor nota de la clase en el aula regida por la palmeta y el cuaderno azul.

¿Adivinan por qué?

Después de una ortopédica campaña, rígida y gris, que parecía diseñada por su peor adversario, el PP aragonés, antaño granero de Aznar, ha perdido la friolera de cerca de 57.000 votos con respecto al año 2000. Lo peor de esta debacle ha venido a suceder, por supuesto, en la provincia de Zaragoza, donde la ex-alcaldesa Rudi, que parece haber perdido sus virtudes icónicas, vio esfumarse 46.000 papeletas que le hubieran venido a Mariano Rajoy, nunca mejor dicho, de bigotes .

Pero las desgracias, es sabido, nunca se presentan solas. De completo desastre y rematado cate puede calificarse también el examen de Josep Piqué como líder del conservadurismo en Cataluña. El exministro ha extraviado en este envite nada menos que 150.000 votos, debiendo asistir, para más inri , al crecimiento del demonizado Maragall en más de 400.000 nuevos apoyos socialistas, y a la explosión de Esquerra en la demografía electoral.

En el resto del país, para consuelo de Rajoy, la sangría popular ha sido más moderada. Así, el PP perdió en Madrid "sólo" 60.000 votos; 29.000 en la Comunidad Valenciana, o 40.000 en Castilla-León. Mientras los palacios lacustres de Rudi y Piqué se hundían en las fangosas aguas del Ebro, los feudos de Fraga, Camps, Valcárcel, Matas o Lucas sufrieron daños materiales de consideración menor, que tal vez deparen, a medio plazo, algunos visos de recuperación. Algo que parece bastante improbable en Aragón y Cataluña.

Supongo que no descubro la pólvora si arguyo que el hundimiento popular en territorios como el aragonés y el catalán está estrechamente vinculado al trasvase del Ebro. Que existe una relación directa, causal, entre esa política de Aznar y su derrota en las urnas. Que a los errores de la política nacional, o al castigo por ocultar la verdad del 11-M, hay que añadir el PHN.

Pero ayer mismo, Gustavo Alcalde, el jerarca del PP-Aragón, en lugar de asimilar, asumir y enmendar las razones de su cate, ¡volvió a reclamar, erre que erre, el trasvase del Ebro, hasta el triunfo final! ¿Será marciano, o de Murcia?

*Escritor y periodista