La muerte de Jean-Claude Carrière ha traído a la memoria la vida de Luis Buñuel. No solo su vida artística, sino también todas esas horas y experiencias cotidianas que Buñuel compartió con su guionista. Algunos de los lugares, cafés, paisajes donde juntos conversaron o discurrieron escenas y diálogos de 'Belle de jour' o de 'El discreto encanto de la burguesía' aparecen fotografiados en el libro de Miguel Sebastián, 'Buñuel, una maleta sin viaje' (Instituto de Estudios Turolenses). Un recorrido visual por los periplos españoles, americanos y europeos de un nómada genial que, sin olvidar nunca su Aragón natal, su casa calandina, los tambores del Bajo Aragón, fue ampliando su óptica hasta poseer un ojo, una cámara universal.

Miguel Sebastián ilustra sus fotografías con citas o poemas de otros autores que conocieron de cerca a Buñuel. Caso de José Moreno Villa, por ejemplo, que coincidió con él en la Residencia de Estudiantes, donde también trató a Lorca, a Dalí, a Pepín Bello y a otros miembros de aquella cofradía secreta de genios asilvestrados que en los bajos fondos de Madrid y Toledo organizaban lo que hoy, de manera eufemística, llamaríamos "performances contraculturales", y en cuyos disparatados e irreverentes guiones y puestas en escena afloraban ya muchas de las obsesiones buñuelescas en torno al sexo, la religión o el propio mundo del cine.

Después de Madrid, París. El propio Buñuel explica su impetuoso éxodo a la Ciudad Luz. "El surrealismo era una llamada que nos dirigía a todos a París. Había algo en el aire, como ocurre siempre". De los surrealistas le atrapó "aquella moral, agresiva y clarividente, contraria a la moral corriente, que nos parecía abominable, pues rechazábamos en bloque los valores convencionales". Entre Francia y el exilio, Las Hurdes... "Aquellas montañas desheredadas me conquistaron enseguida. Me fascinaba el desamparo de sus habitantes, que emigraban pero siempre volvían. Una fuerza los atraía hacia aquel infierno que les pertenecía".

Jeanne Rucar, su compañera, Juan Rulfo, Octavio Paz, Herman Berlinghausen, Carlos Fuentes o Lord Dunsany aportan textos explicativos iluminadores del espíritu oculto de Luis Buñuel. Y también de las cosas que, según Miguel Sebastián, llevaba dentro de su maleta, y de las que nunca se quiso desprender.