Un informe realizado por Cambridge Assessment durante el año pasado, indicaba que el alumnado español es el más preocupado de Europa por la crisis climática. La mitad considera que el calentamiento global es el principal problema al que se enfrenta el mundo en la actualidad. Esta preocupación choca con los datos del mismo informe que señala que esta problemática no es abordada dentro de las aulas, o si se aborda, se hace de forma puntual.

El año 2020 y lo que llevamos de 2021 las consecuencias que estamos sufriendo con fenómenos como la covid-19, la borrasca Filomena, o las gotas frías especialmente virulentas, ha hecho que hasta el más negacionista del cambio climático se haya estrellado con la cruda realidad: no son hechos aislados, son los efectos de un cambio global. Este cambio implica tanto un elevado coste social -en vidas, salud y desigualdad- como económico, que se cuantifica en millones de euros con cada fenómeno, declaraciones de zonas catastróficas o importantes afecciones a la producción. Parece pues que nuestro alumnado es el que más atina en el análisis sobre cuál es el principal problema.

Aunque la ciencia lleva décadas advirtiendo y lo oportuno hubiera sido comenzar hace años, estamos a tiempo de afrontar o atajar las consecuencias si tenemos ambición estrategia y liderazgo climático. Pero se nos acaba el plazo, 10 años son claves. Europa con los fondos Next Generation nos va a obligar como país a caminar ese sendero evolutivo hacia una era sostenible, pero está en manos de nuestras instituciones y del tejido económico, que esta obligación represente una carga o una oportunidad. La actitud tibia arrastrada tantos años, nos ha traído hasta aquí y ahora toca decisión, ambición y liderazgo para responder a este reto de la humanidad.

Para acometer este desafío, son varios los ámbitos en los que trabajar, pero uno destaca sobremanera: El ámbito educativo. En nuestro país partimos en desventaja debido al desinterés y la falta de formación hacia la educación ambiental estructurada. Si tuviéramos unos mimbres establecidos, nos ahorraríamos escuchar a dirigentes políticos formados cuestionar públicamente algunos efectos previstos del cambio climático, o a tratar los fenómenos extremos que estamos viviendo como fenómenos aislados, normales, pese a que las temperaturas extremas vayan superando récords año a año.

El éxito de una transición ecológica vendrá determinado por múltiples factores, pero uno de ellos primordial es el impulso que se le dé a una planificación estratégica que introduzca el reto climático en nuestro sistema educativo.

Ese impulso no debe incidir sólo en los currículos -crucial, importantísimo e imprescindible, por supuesto- hay que pensar en el impacto de cada centro educativo en nuestra sociedad a nivel ambiental y que la gestión educativa y organizativa sean sostenibles desde el diseño educativo. Muchos centros están dando una lección de que es posible, pero necesitan un apoyo más decidido que logre que las escuelas, además de centros del saber, sean centros sostenibles, que generen su propia energía, promuevan ahorro de recursos, modelos de consumo y alimentación sostenibles, saludables y de proximidad. En definitiva, que cada centro educativo se erija en un ecosistema de sostenibilidad, en el que esta, se aprende en su realidad. Esto pasa por contar con la implicación efectiva de los Ayuntamientos como institución que se encarga del mantenimiento de los centros de infantil y primaria y de las comunidades autónomas que planifiquen esta transición sostenible de los centros educativos

Y siguiendo con el apartado de las necesidades, no podemos dejar de hablar de la introducción de la educación ambiental en la formación del profesorado, tanto en la formación inicial como continua.

En Verdes Equo tenemos claro que todo esto determinará si las generaciones futuras pueden responder al reto climático y tener un planeta habitable en el que vivir y desarrollarse en común, por eso en las propuestas de la nueva ley educativa logramos incluir esta asignatura pendiente situando el desarrollo sostenible como uno de los cinco puntos clave de la ley. El cambio climático es un fenómeno global, por ello la respuesta tendrá que ser global. En este contexto se hace imprescindible que las diferentes concreciones autonómicas de la Ley de Educación incorporen la transición ecológica en la escuela a un nivel que responda efectivamente a la magnitud del problema al que nos enfrentamos.

El cambio climático no espera. Si queremos que las nuevas generaciones puedan superar el reto al que nuestra generación no está sabiendo responder aún, es necesario comenzar desde hoy mismo a proporcionar las herramientas para que esas generaciones puedan tener mejores oportunidades. El mañana se empieza a escribir hoy.