El Ayuntamiento de Zaragoza está limpiando el centro de la ciudad con una máquina que es capaz de arrancar del suelo una media de seis chicles por minuto, más o menos 2.100 al día. Según me dicen harán falta tres meses de trabajo para arrancar los chicles sólo del paseo Independencia. La máquina quitachicles que deja, además, como una patena las paredes y tapias que los vándalos ensucian sin compasión, fue adquirida por la corporación anterior por algo más de 40.000 euros. Una cantidad muy respetable que si fuésemos más civilizados se hubiera podido dedicar a otros menesteres, por ejemplo, de carácter social. Les confieso que este es un asunto que me saca de mis casillas. Lo de los chicles y los graffiti, digo, porque, al fin y a la postre, el dinero que el ayuntamiento ha empleado en comprar el aparato de marras es el dinero de todos, de los incivilizados y gamberros, y de los que, como servidora y otros muchos, ni han pintarrajeado una pared ni han tirado un chicle al suelo en su vida. No es la primera vez que el ayuntamiento tiene que emplearse a fondo en este asunto. El gobierno municipal del PP se gastó lo suyo en campañas destinadas a mentalizar a los dueños de los perros de que tienen que recoger las porquerías de sus chuchos , hasta que se convencieron de que era inútil. Lo malo es que muchos de los que incumplen esa norma de convivencia que es la de mantener limpia la ciudad, son los mismos que luego ponen el grito en el cielo porque "los del ayuntamiento no hacen nada más que subir los impuestos". Para gritar. *Periodista