Los proyectos cuya eficacia se plantea a largo plazo tienen truco, porque de origen salen blindados ante las críticas, ya que se consideran precipitadas. Si además se basan en la imagen (concepto eminentemente gaseoso), y no tanto en hechos, evitan la concreción y rendir cuentas. Un ejemplo: la Marca España, que Rajoy presentó como "política de Estado" y en realidad es un escaparate a su conveniencia con errores tan sonados como la difusión de las imágenes del accidente del Alvia en Galicia, algo criticado en su día por expertos como Iñaki Barrón, asesor de Fomento, quien tachó de "dañina" la cobertura visual de la tragedia.

Tampoco ha sido posible esconder, por supuesto, la evaluación de Bruselas a Arias Cañete para ser comisario europeo. Su nombramiento aún está en el aire, lo que supone un bochorno para él y también para el país en el que a menudo fue ministro mejor valorado. En las semanas previas tuvo que vender sus acciones en empresas petroleras y, ¡solo un día antes!, admitir sobresueldos del PP, esos que Floriano siempre ha negado. Estos días Cañete recuerda a Jack Nicholson en Algunos hombres buenos: no termina de ver dónde ha hecho las cosas mal. Y como estalle (o lo hagan estallar), la lía.

El penúltimo borrón lo ha echado la presidenta del Círculo de Empresarios, Mónica Oriol, que ve "un problema" contratar mujeres que puedan quedarse embarazadas, aunque donde de verdad sufre la Marca España es en sus cimientos, cuando reconoce en su propia definición oficial que deberán primar los términos económicos, especialmente la recuperación del empleo.

Mientras el ministro Montoro (cada vez más cerca de debutar como monologuista en el Club de la Comedia) presenta los presupuestos del 2015 como los de la "consolidación" de la recuperación, el recorte real de los fondos destinados a prestaciones es de un 22,4% y el de políticas activas de empleo del 37,3% (respecto a 2011 y calculando en euros por parado, la reducción ha sido del 53% en políticas activas y del 41% en prestaciones).

"Spain is different", acuñó Manuel Fraga para proyectar el Estado franquista en el exterior. Más de medio siglo después, el lema mantiene toda su esencia. Periodista