Y mira que presumía de saber administrarlo (el tiempo). Pero ahora se le escapa entre los dedos como la fina arena de un reloj. Sus confidentes advierten de que el gran Mariano, superlíder y megapresidente, está entrenando para esprintar cuando tenga la meta electoral a la vista. Pero las encuestas, todas ellas, le advierten de que Ciudadanos entra a saco en el territorio de la derecha, donde el PP tenía la exclusiva. Ya puede pues prepararse, o mejor encomendarse a la bondad del azar. Porque Rajoy (un personaje cuya habilidad suprema ha consistido en vender a precio de oro sus modestísimas habilidades) ya no tiene a su favor la inercia ideológica de la España de orden, el miedo al futuro, el inequívoco respaldo del establishment europeo o la sintonía con los poderes económicos. La pudrición del conflicto catalán, que debía ser su gran baza, puede acabar hundiéndole. Ahora, el ciudadano Rivera lo tiene todo a favor. En esta pugna no compiten las respectivas inteligencias sino la capacidad de interpretar los designios del capital financiero. Y ahí Albert vale tanto como el que más.

Dicen los expertos en las interioridades peperas que si la cosa sigue pintando tan feo, los conservadores relevarán a Rajoy, y ahí está el otro gallego, Feijóo. No sé. Al presidente de la Xunta le vi el otro día, cuando se dejó entrevistar por Évole, y me pareció un tipo demasiado elusivo, opaco y grisáceo. Venía a ser tan parecido al propio Mariano que, si se dejase barba cana, se tiñera el pelo de negro y cambiase el diseño de las gafas, podría pasar por una versión lifting de su actual jefe. Caso de tener garantizado el mismo apoyo mediático y la misma simpatía de los tertulianos centroderechistas, tendría a huevo sustituirle sin más. Pero, ¡ay!, lo malo es que Riverita también cotiza muy bien entre los periodistas y medios conservadores. Y así...

Durante demasiado tiempo media España ha fingido no ver nada cuando Rajoy se pillaba los dedos y disimulaba soltando alguna de esas vaguedades retóricas tan suyas (y tan bobas). Mas tal momento pasó o está pasando. Pobre Mariano.