Qué cosas tiene el lenguaje, ¿verdad? Adoro los juegos de palabras. A Marte, sin mascarillas, vamos a poder ir todos en unos pocos años. Acabamos de descubrir oxigeno en el exoplaneta, y con ello, la posibilidad de asentar nuestros culos puntiagudos en el mismo. De hecho, ya se prevé, que en el 2022 se lleve a cabo la segunda parte de la misión ExoMarx, que supondrá la instalación de un perforador de la superficie y un laboratorio de búsqueda de vida presente o pasada. Maravilloso. Podremos cogernos a la cuadri y hacernos una ruta turística por el planeta rojo, sin mascarillas, pero con algo más cool todavía, bombonas de oxígeno, para poder revivir a lo grande los mejores-peores momentos del año coronavírico. Que locura. ¿Imaginan llevar todas las perversiones y vicios de este planeta y hacer un corta-pega de la Tierra en Marte? Extinción segura en milisegundos. El mismo proceso que a buen seguro sigue nuestro planeta, España especialmente, si continúa in aeternum, con la mascarillitis aguda, a la que nos someten nuestros dirigentes políticos, los únicos a los que habría que taparles sus lindas boquitas, más que con mascarillas con bozales, con objeto de que no nos contagien la sarna, pues el coronavirus a estas alturas de la película, es lo de menos, por muchos rebrotes, «controlados», eso sí, que vayan surgiendo. Y es que si bien ir «a Marte, sin mascarillas» puede tener su tirón, más lo tiene «amarte, sin mascarillas», un privilegio que las autoridades pretenden abolir en esta etapa coronavirizante, en la que su empeño mayor está centrado en emplear la política de la desinformación y del terror, para despojar a los humanos de aquello que los hace únicos, de su libre albedrío.

*Periodista y profesora de universidad