Hace casi una década que la Seguridad Social no tenía más de 19 de millones de afiliados. Fue en septiembre del 2008, cuando la crisis azotaba con dureza al mercado financiero de EEUU pero aún no había llegado a España, así que superar diez años después ese umbral tiene un innegable componente simbólico. En la economía española, con sectores con un alto grado de estacionalidad, como el turismo y la agricultura, los meses de mayo y junio suelen ser los mejores en términos de empleo. Este junio no ha sido una excepción: la Seguridad Social ganó una media de 91.322 afiliados (un aumento del 0,5%), su segundo mejor dato en este mes desde el 2006, hasta superar el mencionado umbral de los 19 millones de cotizantes (19.020.359). Respecto del mes de mayo, el desempleo bajó en junio en 89.968 personas, dejando la cifra de parados en 3.162.162, la más baja desde diciembre del 2008. El número de parados registrados se ha reducido en Aragón en 8.296 personas en junio, y en el último año el número de afiliados ha crecido en 14.220 personas, un 2,23% más.

Incluso en el apartado de la temporalidad de los contratos --el talón de Aquiles, junto a los bajos sueldos, de la recuperación económica de nuestro país--, junio arroja al primer golpe de vista números positivos: los contratos indefinidos aumentaron el 15,9% con respecto al mes anterior, alcanzando los 192.972 nuevos contratos indefinidos registrados, el 9,39% del total. 113.690 de estos contratos fueron a tiempo completo (14,8% más que en junio del 2017), y 79.282 fueron a tiempo parcial (un incremento del 17,6%). Ahora bien, el alto número de contratos firmados (más de dos millones, lo cual viene dándose desde el 2017) es señal de que se destruyen y se crean empleos a un alto ritmo, indicador de la alta precariedad del mercado de trabajo español.

Ese sigue siendo el caballo de batalla de la economía española. Las cotizaciones a la Seguridad Social deben crecer no solo en número de afiliados, sino en la aportación, y ello es imposible con sueldos tan bajos y empleo de baja calidad. Siendo positivos los números de junio, la estacionalidad y la precariedad indican que los males estructurales del mercado de trabajo siguen siendo preocupantes. Sin empleo de alto valor añadido y un aumento del poder adquisitivo de los trabajadores, la recuperación no será plena.