Mal tiene que estar la escuela para que los expertos aboguen por convertirla en un lugar atractivo. Ciertamente los profesores tienen que competir con videojuegos, internet y otros entretenimientos que los chicos tienen en casa, pero el ocio de ahora tampoco resulta más atractivo que las tradicionales pirolas para ir a los billares. El fracaso escolar es un problema cada vez más grave en el que profesores y padres tienen su parte de responsabilidad. La escuela tiene que ser atractiva desde la infancia, desde que se destapan los velos del conocimiento. Si no es así, de poco sirve lamentarse cuando se arrastran los cursos hasta Secundaria.