Conforme se van conociendo detalles de la actuación de distintos miembros de la Policía Local de Zaragoza en la llamada huelga de celo, resulta más criticable la actitud de quienes en ella participan. De momento, se han impuesto pese a la moratoria municipal 180 multas a ciclistas cuando la posible infracción se debiera haber resuelto con un apercibimiento. Los agentes, en estos días de pulso al consistorio, también han multado a 40 autobuses urbanos cuando hasta ahora no lo habían hecho nunca. Es difícil argumentar que cumplen la legislación a rajatabla sin quedar en evidencia el hecho de que antes no lo hicieran. Además, a los compañeros que no siguen su ritmo, los tachan de esquiroles y hacen públicos sus nombres, fotos y número de placas. El ayuntamiento debe tomar medidas con su cuerpo policial.