Aragón baraja también prohibir fumar y vapear en la calle y en terrazas si el ritmo de contagios no se frena. De aplicarlo seguiría así la estela de Galicia, pionera en adoptar esta medida, y de Canarias, que también se suma desde hoy. La medida vendría avalada por expertos que consideran que la exhalación de humo y de vapor constituye un vehículo de difusión del covid, y por tanto de contagio a las personas de alrededor, si no se respeta la distancia de seguridad obligatoria, que varía según la comunidad autónoma.

El veto ha levantado ampollas en el sector hostelero --uno de los más afectados por las medidas restrictivas que ha traído la pandemia-- que duda de la validez científica de la medida y teme más pérdidas. Sobre todo aquellos establecimientos que disponen de espacios reducidos para terraza porque para cumplir la ley tendrían que ampliar la distancia entre mesas, reduciendo el número de estas y las posibilidades de negocio.

Los bares, que ya tienen limitado el aforo y prohibido el uso de las barras en Zaragoza como consecuencia del retroceso a la fase 2 no flexibilizada impuesto por el Gobierno de Aragón, dudan de la veracidad de esta teoría y, sobre todo, se quejan de que no se ha contado con ellos a la hora de adoptar la medida. En la calle, la opinión se polariza según sean o no fumadores.

Reconociendo que fumar es una práctica nada saludable y un problema de salud pública, y que es necesario adoptar todas las medidas necesarias para minimizar los contagios y la propagación del virus, hay que ser cauto con las restricciones y las prohibiciones. La pandemia que tanto ha cambiado la vida y los hábitos hasta ahora no puede ser la excusa ni el pretexto para recortar libertades individuales o criminalizar sectores que, como en el caso de la hostelería, son el único resquicio de ocio y socialización que todavía queda en pie, aunque muy mermado.