Según José Luis Rodríguez Zapatero, el PSOE es el partido que más se parece a España, el que mejor expresa la diversidad de la sociedad española. Es posible, e incluso probable, que así sea. Realmente no creo que haya ningún otro partido en el que internamente esté presente la complejidad de la sociedad española como lo está en el PSOE. Con esta comparación, el secretario general subraya al mismo tiempo la fuerza y la debilidad del PSOE como partido de gobierno de España. Obviamente, parecerse al país que se pretende dirigir es un activo indudable para cualquier partido. Facilita el entendimiento entre el partido y la sociedad y genera espontáneamente una corriente de simpatía de esta última hacia aquél. Esto se refleja en todas las encuestas, incluso en los momentos peores del PSOE.

Pero en su fuerza está también su debilidad. La sociedad española ha demostrado de manera reiterada que se deja mandar con facilidad, pero que se gobierna a sí misma con mucha dificultad. Esta es una de la pocas conclusiones inequívocas que pueden extraerse de nuestra historia político-constitucional. Los españoles hemos demostrado que somos buenos como súbditos, pero no hemos sido capaces de demostrar que seamos demasiado buenos como ciudadanos.

Y HA SIDOasí porque nunca hemos sido capaces de gestionar políticamente de manera estable la diversidad de la sociedad española. Las fórmulas políticas mediante las cuales se ha gobernado España durante la casi totalidad de los dos últimos siglos han tendido a ignorar la complejidad de la sociedad española y no a reconocerla. Han sido fórmulas extraordinariamente simplificadoras de la realidad plural de España. Justamente por eso, han sido fórmulas autoritarias incluso cuando se mantenían como fórmulas constitucionales.

Aunque desde la transición y desde la entrada en vigor de la Constitución de 1978 la situación es bastante distinta a como fue en el pasado, sigue habiendo una continuidad con nuestra historia. Tras vencer las resistencias autoritarias que se interponían en el camino hacia la descentralización política del Estado, golpe del 23-F incluido, la sociedad española parecía haber encontrado una fórmula de gobierno que trataba de ajustar cuentas con la complejidad del país. Pero dicha fórmula entró en quiebra en la primera mitad de los años 90 y está en regresión desde entonces.

La fórmula de la que es portador el PP es nuevamente, y de manera cada vez más acentuada, una fórmula simplificadora de la complejidad española, que nos retrotrae a momentos anteriores de nuestra experiencia político-constitucional. Y está siendo aplicada con éxito más que notable.

Esta fórmula simplificadora no está a disposición del PSOE, aunque quisiera hacer uso de ella. En esa fórmula, el PP siempre tendrá más credibilidad. El PSOE no tiene otra opción que ser portador de una fórmula que reconozca expresamente y dé respuesta a los problemas del país a partir de la complejidad de la sociedad española. Ello exige hacer cuentas con esa complejidad en el interior del propio partido. El PSOE no podrá tener nunca una estructura interna como la del PP. No le serviría, además, de nada. El PSOE tiene que conseguir que la diversidad de la sociedad española tenga su reflejo en la elaboración de la estrategia política que se diseñe para llegar al Gobierno primero y para dirigir la acción del Estado después.

Y ESTO ESmuy difícil de conseguir, porque exige, entre otras cosas, una adhesión activa ciudadana notable. El PSOE tiene que lograr que a partir de posiciones políticas, culturales y religiosas distintas se formule un programa electoral y de gobierno único. Y que los nacionalismos no se sientan excluidos del mismo, aunque no lo compartan ni lo apoyen. Este ajuste de cuentas interno es inexcusable si después se quiere conseguir el apoyo de la mayoría del cuerpo electoral para ponerlo en práctica.

Las dificultades con las que se está enfrentando la dirección del PSOE son, por tanto, dificultades objetivas, con las que, en ningún caso, iba a poder dejar de enfrentarse. Hay momentos en que lo ha hecho con orden y con acierto, como ocurrió con la reunión de Santillana el pasado verano, y hay momentos en que lo está haciendo con desorden y, en consecuencia, con desacierto. Es posible que algunos de estos episodios se podrían haber evitado, pero el problema de fondo no es soslayable.

De ahí que haya que resistir la tentación de la simplificación y seguir avanzando en la dirección en que ahora mismo se está trabajando. El PSOE tiene deliberadamente que rechazar la fórmula de gobierno del PP y decírselo así expresamente a los ciudadanos españoles. Incluso cuando las cosas se ponen tan difíciles como se han puesto tras la entrevista de Carod-Rovira con la dirección de ETA.

*Catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla