Los pensionistas españoles han perdido un 28% de su poder adquisitivo real desde el año 2000 pese a que la actualización de las pensiones se hace de manera automática cada año según la inflación. Así lo indica un estudio de la UGT, que ha profundizado en la relación entre el índice de precios al consumo (IPC) que se publica cada mes, los bienes y servicios que incluye esa estadística y las necesidades reales de los casi ocho millones de jubilados españoles. Comer, vestirse o medicarse en España es mucho más caro desde hace cuatro años, y para un pensionista no es consuelo que esos gastos queden compensados en el cálculo total del IPC con las rebajas en transporte, telefonía y ocio.

Más de un millón de españoles con pensiones mínimas ya se contabilizan entre los seis millones de pobres con que cuenta oficialmente nuestro país. Combatir esa estadística requiere una política social más decidida a la hora de aumentar las pensiones mínimas.

Pero también ayudaría a mantener el poder adquisitivo de nuestros jubilados la reducción al mínimo de los impuestos indirectos (como el IVA) que gravan los bienes básicos, tal como proponen los partidos de izquierda.