El grave accidente sufrido por un niño en las pistas de esquí de Astún, tras ser arrollado con violencia por un joven que descendía a gran velocidad con una tabla de snowboard , pone de manifiesto una vez más la urgente necesidad de regular la práctica de este deporte. O cuando menos de vigilar a quienes lo practican y no respetan las más mínimas normas de convivencia en la nieve. Hay que hacer algo, porque no se explica muy bien que las estaciones se esmeren en poner música ambiental en todas las instalaciones, incluidos los remontes, y descuiden algo tan elemental como es la seguridad de los esquiadores más débiles.