El tono de los discursos de los partidos políticos viene marcado, primero, por los resultados electorales más recientes y después, y cada vez con mayor importancia, por los continuos sondeos (internos y externos) que configuran con un descaro creciente la estrategia a seguir. Entre tantas encuestas con resultados dispares, el organismo oficial en la materia, el CIS, ha recobrado con el 28-A de la mano de José Félix Tezanos la fiabilidad y credibilidad perdidas, especialmente tras el fracaso en los vaticinios de las últimas andaluzas.

El sondeo más reciente que indica que las fuerzas de izquierda, y especialmente el PSOE, ganarían prácticamente en todas comunidades autónomas fue preguntado antes de la campaña de las generales y, como explica Zarzalejos, no puede desdeñarse que sea certero si prosigue el efecto contagio de estas. En ese caso, se confirmaría un giro o una toma de conciencia de la mayoría de la sociedad española, que al parecer se ha tomado en serio el pacto de la triderecha en San Telmo y la consiguiente trifoto de Colón. Claro que todo dependerá, una vez más, de si el electorado más escéptico, desafecto o simplemente perezoso, que suele optar por formaciones de izquierdas, permanece movilizado o da por hecho que el peligro ha desaparecido. De momento es significativo que si en las últimas andaluzas de diciembre el PSOE había perdido 400.000 votos que se habían refugiado en la abstención, en apenas cinco meses y en las generales recuperó de un plumazo 500.000.

El 26 de mayo hay también, quizá convenga recordarlo, elecciones europeas, que tradicionalmente reciben poca atención y participación. Si el constitucionalismo fue la piedra angular de las nacionales de abril, lo que en Europa está en juego es la propia construcción de Europa, o de su proyecto, en entredicho por el auge de euroescépticos de todos los países y tendencias. Debería ser razón suficiente para ir a votar (una urna más nunca molesta).

Aun así, serán las autonómicas y las municipales, especialmente en las grandes capitales, las que determinarán la fuerza orgánica de cada partido y la solidez de sus estructuras. No es por jugar a los adivinos, pero algún cadáver político deberían dejar al día siguiente (¿verdad, Pablo Casado?). O no. Decían los curas en el colegio que la política es el arte de gobernar. Cuatro décadas después la conclusión es otra: la política es el arte de lo posible... y de lo incomprensible. H *Periodista