Lo ha denunciado el catedrático Antonio Beltrán Martínez y lo suscriben otros muchos especialistas: Zaragoza es, tras Granada, la ciudad española que más patrimonio ha destruido. En nombre del progreso y el desarrollo urbanísticos, la piqueta, siempre con fines especulativos, ha destruido edificios y monumentos sin el menor atisbo de sensibilidad o respeto por la historia. Pues bien, este verano la salvajada ha vuelto a repetirse con uno de los edificios emblemáticos del Paseo de Ruiseñores de la capital aragonesa donde vivió y murió el poeta Alberto Casañal. Para los más jóvenes, aclararé que Casañal fue un gaditano que dedico su vida a la docencia y a escribir sobre Zaragoza y los zaragozanos en Heraldo de Aragón o el Diario de Avisos . Su estilo, directo y popular, le valió distinciones oficiales y la admiración de sus vecinos, quienes, por suscripción popular, le regalaron la vivienda de Ruiseñores. Airosa y esbelta, la "casa del poeta"se erguía vigilante en la esquina con Santiago Guallar, convertida en símbolo y recuerdo de un autor cuya obra, hoy, podría parecer trasnochada pero que, en su época, fue uno de los más leídos por el pueblo. ¿Qué ha pasado? Pues que la casa, con los años, pasó a manos de particulares y como no tenía ningún tipo de protección legal por parte de la administración, la han derruido para construir viviendas. Así de sencillo y lamentable. ¿ Descuido o indiferencia de la Comisión Municipal de Patrimonio de quien dependía su protección?. Cualquiera de las dos posibilidades es reprobable e incomprensible.

*Periodista.