Dicen que hay un espíritu de la Navidad. Se identifica con cánticos y deseos de paz. Este simbolismo se lo debieron poner en años excepcionalmente pacíficos. Ahora es distinto. Hace lustros que los ángeles ya no vuelan a Belén el 25 de diciembre. La última vez que intentaron llegar varios de ellos, confundidos con terroristas palestinos, fueron abatidos por misiles tierra-aire de Israel, y los que consiguieron llegar quedaron en un estado lamentable. El espíritu de la Navidad de estos tiempos es belicoso. A tono con esta realidad, está ya en el mercado en algunos países un videojuego que está llamado a causar sensación en todo el mundo. Tiene el atractivo de que pequeños y mayores pueden asesinar al presidente Kennedy, pues así consta en la caja de este interesante entretenimiento, en la que junto a las siglas de JFK aparece su rostro inconfundible, captado a través del visor telescópico. Todo es de un gran realismo. El jugador se siente en el sexto piso desde el que Oswald disparó, mientras el descapotable presidencial cruza la gran plaza de Dallas. El jugador sólo tiene que apretar el gatillo. A más puntería, más puntos. La emoción está asegurada. A partir de ahora, al pobre John lo van a matar varias veces por segundo. He aquí un juego que conecta con el espíritu del momento. Así se explica que las protestas significativas sean tan escasas. Del hermano del asesinado, Edward, y basta. Ni siquiera la del presidente Bush, al que se supone tan concienciado con el terrorismo. ¿Le habrán regalado anticipadamente el videojuego para Navidad y será que ya se enganchado? *Periodista