Se puede morir de éxito y se puede morir matando. El dudoso virtuosismo de hacer ambas cosas al mismo tiempo se llama, en política y en España, Albert Rivera. Pocas veces un político ha dilapidado en tan poco tiempo y de forma tan incomprensible un capital político tan grande como el que llegó a tener Ciudadanos en varios momentos de los últimos cinco años.

Pero no voy a hablar de patrimonio despilfarrado ni de oportunidad perdida, sino de una ambición desmedida que muy probablemente tendrá como consecuencia varios millones de ilusiones defraudadas. Parece lo mismo, pero no lo es por la misma razón por la que no es igual diseñar la estrategia de una batalla que pelear en ella, y por la misma razón por la que llegar a ser presidente del Gobierno no se predica de tener prisa por pisar la Moncloa.

Las encuestas indican machaconamente que Ciudadanos puede perder más de la mitad de los escaños que obtuvo hace solo seis meses. Los politólogos señalan que el partido de Rivera pierde votos en favor de casi todos los demás partidos, sin recibir savia nueva de ninguna parte. La causa de todo ello, que de forma perversa se convierte en consecuencia de lo mismo, es que Ciudadanos, en los últimos cinco años, ha ido dejando en su camino un reguero interminable de huérfanos políticos.

Rivera ha consumado de la peor manera el que podría ser su último error: el de negarse a pactar con Sánchez la que podría haber sido la legislatura más fecunda y estable de las últimas décadas, libre por una vez de las hipotecas nacionalistas. Prefirió apostar por la más alta aspiración de aprovechar la debilidad del PP para robarle desde el centro el espacio de la derecha.

La cohorte de huérfanos políticos con que Ciudadanos ha sembrado la España de principios del siglo XXI es de diverso jaez. Hay militantes, hay simpatizantes y hay simples votantes. También hay alcaldes, concejales, diputados provinciales y autonómicos, congresistas, senadores y eurodiputados. Y finalmente hay, sobre todo, miles de ilusionados y despreciados aspirantes a cualquier cosa. Sé que me dejaré a muchos en el tintero, pero no importa, intentaré enumerarlos.

Están los que se creyeron aquello de ni rojos ni azules y recibieron una camisa color mahón junto al globito naranja. Están los que fueron persuadidos para dar un paso adelante y les cortaron el pie. Están los que confiaron en la democracia interna y les llamaron a votar en unas primarias amañadas. Están los que pensaron que era el momento de la meritocracia y les dijeron que se fueran a casa. Están los que pensaron que el poder era de los guapos y los mandaron a casa por feos. Están los que compraron una participación en el negocio y no les devolverán el dinero cuando llegue la quiebra. Están los que vieron crecer la hierba antes que nadie y volvieron a pastar como todos. Están los que pensaron que podían hablar con libertad y les taparon la boca con un expediente disciplinario. Están las que votaron al yerno perfecto y les ha salido rana. Están los que votaron a la novia de España y les ha salido pollo. Están los de centro de toda la vida y les han hecho salir por la tangente. Están los catalanes y españoles y europeos, que se han quedado más huérfanos que nadie. Están los de Suárez, que pasaron de la nostalgia a la melancolía. Están los que buscaban trabajo y volverán a la cola del paro. Están los que preguntaban por la tercera vía y se encontraron militando en un partido de cuarta. Están los liberales de corazón, que ya no saben ni quiénes son. Están los que algo sacaron, pero ya no volverán a ser los que tan brevemente fueron. Están los que huían del azul corrupción, al que ahora volverán con las orejas gachas. Están los que buscaban oír la vox y solo escucharon interferencias. Están los que erraron al pensar que el naranja era el rojo desteñido que buscaban…

Podría seguir, pero como ocurre en el centro político, ya no hay espacio. Lo dejo aquí porque todos los huérfanos políticos que Cs ha ido dejando en su corto camino tienen algo en común que les iguala: a todos les ha matado la ilusión un líder que entre todas sus opciones eligió la de morir de éxito no consumado.

*Escritor