Ya empezamos con las propuestas peregrinas, y esta vez vienen del bando del PSOE. La última ocurrencia es que a cada mujer muerta a manos de su pareja, se le haga un funeral de Estado al que acuda el presidente del Gobierno, como se hace con las víctimas del terrorismo. Y a mí me parece que el gesto pierde su honorabilidad porque lo que busca es un titular, no un beneficio real sobre la mujer asesinada ni, fundamentalmente, sobre la familia que se queda aquí, que suelen ser esos hijos pequeños. Una mujer maltratada necesita, fundamentalmente, valor para denunciar, apoyo económico para salir de su casa con urgencia (si es menester), más apoyo económico en el caso de que no tenga trabajo y deba conseguir uno para abandonar la dependencia y mucha sensibilidad por parte de los jueces para que apliquen la ley con toda severidad (porque ¿se acuerdan? hace unos días hemos sabido que uno de estos asesinos sigue teniendo derecho a ver a su hija de seis años, gracias a una sentencia judicial). Lo del funeral, si eso, ya vendrá luego si es que no hemos sido capaces de salvarla de su pesadilla. Y llegados a ese punto, mejor en privado, para que los allegados la lloren en paz. Qué necesidad tienen esas familias de verse en medio de un circo político, y además para reivindicar qué. ¿Que desaparezcan de la faz de la tierra los hombres que maltratan a sus mujeres? En el caso de las víctimas del terrorismo (ETA, integristas musulmanes) estas han muerto por la idea de una España unida, aconfesional y pacífica. Pero es que las víctimas de la violencia doméstica lo han hecho por cuestiones sórdidas y pequeñas. Por algo tan nimio y tan absurdo como que "la maté porque era mía".

Periodista