Una sociedad envejecida y sin jóvenes para mantener el sistema ni los cuidados. No es una hipótesis de ciencia ficción, es nuestro futuro más próximo. Un porvenir marcado por un presente que no está preparado para la maternidad. Las cifras no dejan lugar a la imaginación. Menos del 20% de las personas de entre 16 y 29 años están emancipadas. Para un joven, el alquiler de un piso en solitario supondría dedicar el 94% del salario neto. Sin apenas ayudas en la crianza, la maternidad frena en seco la carrera profesional de las mujeres. O, hablando de un modo más apropiado, es la falta de corresponsabilidad de los hombres la que corta sus alas. Ante esta carrera de obstáculos, solo la ilusión y el sacrificio de tantas madres aguantan esa media de 1,22 niños por española, en el furgón de cola del mundo.

El anhelo, pero también la capacidad económica. En España, la edad media delas madres que tienen su primer hijo supera los 30 años. En 1975, la media era de 25 años. El 70% de las mujeres aducen motivos económicos para retrasar su maternidad, pero la biología no lo pone fácil. España es el primer país europeo y el tercero del mundo en tratamientos de reproducción asistida. Un coste para las familias, si recurren a centros privados, o para todos, si pueden optar a la sanidad pública.

Ante la dimensión del problema y sus determinantes consecuencias para la sociedad, no es a las mujeres a las que se debe interpelar para fomentar la maternidad, sino al Estado. Enfocarlo como una cuestión particular solo cronifica el problema. La buena noticia es que las medidas a tomar se conocen y se han comprobado. La no tan buena es que depende de la voluntad política. Todo pasa por ofrecer un futuro sólido a los jóvenes. Trabajo digno, viviendas asequibles y ayudas directas para la crianza son imprescindibles para fomentar la maternidad. Pero también en el hombre recae una especial responsabilidad. La penalización laboral por la maternidad es una realidad innegable.

Según un estudio publicado este verano por el Observatorio Mujer e Igualdad de la Fundación Promoción Social (realizado por la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad de Sevilla), tener hijos a los 30 años representa para la mujer «renunciar» a aproximadamente 5.000 euros al año. No solo disminuyen sus expectativas salariales, sino que se incrementa de forma notable la posibilidad de entrar en el desempleo. La penalización se extiende al liderazgo. La Organización Internacional del Trabajo señala que «la proporción de mujeres en cargos directivos aumenta a un 3% cuando no tienen hijos pequeños». La desigualdad laboral está íntimamente ligada a la desigualdad en el hogar, donde el hombre sigue sin asumir de forma equitativa sus responsabilidades.

En el fondo se trata de un cambio de paradigma. Vivimos en una sociedad centrada en el trabajo, donde el éxito laboral determina el reconocimiento social y personal. Un sistema depredador que no garantiza la vida. El futuro está en los cuidados. Resulta imprescindible reconocerlos, incentivarlos y compartirlos.