Como esos viejos chochos incontinentes de orina que, después de miccionarse en público, han de correr a cambiarse el pañal, Juan Carlos Rodríguez Ibarra ha mudado de opinión, olvidando el dodotis contaminado en una papelera de Ferraz.

Era de esperar. Su mortífero plan para acabar de un plumazo, de un bellotazo, con todo bicho nacionalista viviente, no ha merecido el nihil obstat de Rodríguez Zapatero, con quien El Bellotari sólo tiene en común, me parece, su primer apellido. El presidente extremeño se ha visto obligado a rectificar, en hora buena, pero el daño a los presentes y futuros aliados del PSOE ya estaba hecho. Y el marrón, el marroncillo dodotis, seguirá emitiendo durante algún tiempo un cierto olor a podrido (pido perdón por parafrasear al nihil obstat de Martín Vigil).

El frustrado veto electoral de Ibarra a los nacionalismos no encontró un sólo apoyo en el socialismo de nuevo cuño. Curiosamente, sí mereció, de manera oblicua, la atención de Aznar, el amigo americano, y, explícitamente, el encendido entusiasmo de uno de los más veteranos políticos populares, el diputado por Zaragoza (que no "para") Gabriel Cisneros, el amigo de Tarazona, a quien ayer este periódico sancionaba con una flecha para abajo.

Cisneros, cuya efigie en sepia se ha desempolvado un tanto con los recientes fastos conmemorativos de la Constitución, de la que fue ponente, o padre , allá en los albores de la transición, viene ocupando, no sé si con "c" o con "k", un escaño por la demarcación zaragozana. Llegó a ella en el 2000, para calentar su cuero, desde la nominación directa de Aznar, su último, o penúltimo valedor. El "Tío Gaby", como cariñosamente lo llaman los cachorros de Nuevas Generaciones, tenía ciertas dificultades para ubicarse en la geografía electoral, y sería Zaragoza, el PP-Aragón, finalmente, quien le abriría los brazos. Luisa Fernanda Rudi, que lo incorporó como número dos, lo avaló en sociedad como un peso pesado capaz de depararnos grandes alegrías, beneficios sin cuento, infraestructuras, autopistas, euros, canfranes... Cuatro años después, y sin que nadie lo haya visto por aquí, su hoja de servicios permanece inmaculada, sin haberes, pero con algún borrón, como su favorable voto al trasvase.

Ahora, en la intriga del cierre de listas, Cisneros, que carece del menor apoyo en el partido regional, y que ocupa un cargo que otros consideran propio, conspira cerca de Aznar para que Rajoy, en vez de cambiarle el pañal, como ha hecho Zapatero con Ibarra, le administre una nueva dosis de viagra política, y lo nomine a dedo. Y hasta puede que, disputándola la plaza a Verónica Lope, más aseada y tierna para estos menesteres, lo consiga.

Si el "Tío Gaby" vuelve por sus fueros, clavando su colmillo retorcido en las jóvenes carnes del clan de Becerril, cuatro años más canoso, pero igualmente enérgico y voluble, y como santificado de toda omisión o pecado por la paternidad de la Constitución, lo veremos al fin de nuevo por aquí, enarbolando la Carta Magna para laminar al PAR y a CHA, pese a que gobernó con los primeros, y pese a los elogios que su colega Alcalde ("Chunta es un partido serio") ha destinado a los segundos. Aragón también tiene "bellotari".

*Escritor y periodista