Aragón celebra hoy el día de su patrón más triste de cuantos se han organizado desde que tiene autonomía. Cuando toda una sociedad trabaja para hacer frente a un coronavirus que está causando tantos estragos no hay tiempo ni motivos para ceremonias y festividades colectivas. Las habrá en el futuro, pero ahora no es el momento. Por eso, el Palacio de la Aljafería, término que significa alegría en árabe, no albergará hoy el tradicional acto institucional en el que se otorgan las máximas distinciones de las Cortes y el Gobierno. Hoy no se entregará a nadie la medalla de oro porque, en realidad, esa medalla debería colgar en el pecho de todos los aragoneses que durante este mes y medio de confinamiento han dado lo mejor de sí. De todos los aragoneses, la inmensa mayoría, que han aportado y colaborado para paliar el severo impacto del covid. Por supuesto, los que han visto de cara toda su virulencia y han estado trabajando en primera línea, pero también quienes han ayudado sin salir de casa para evitar contagiar o contagiarse. Es tan larga la lista de sectores, profesionales y personas que merecen esa medalla de oro que no se pueden enumerar. Pero hoy, en el sencillo homenaje que servirá para celebrar la autonomía, todos ellos estarán presentes .Y, por supuesto, las 643 personas que han fallecido y a los que la sociedad entera les rendirá el merecido homenaje cuando se acabe el confinamiento.

Es por tanto el Día de Aragón más triste y atípico de todos los que se han celebrado hasta ahora, pero no por ello debe dejar de ser una jornada para reflexionar como comunidad hacia dónde queremos ir y qué camino queremos construir. Hoy tampoco es día de exhibir el espíritu reivindicativo y en defensa del autogobierno que se debe esgrimir cualquier 23 de Abril, pero no por ello se debe aparcar esta demanda y teñir de aragonesismo -un aragonesismo inclusivo, integrador y solidario- la acción política y social. Y más en un momento en el que las previsiones económicas a medio plazo no son nada positivas.

Pero lo último que se puede hacer en unas circunstancias tan duras como las actuales es incrementar el pesimismo y acentuar el estrés colectivo mirando el futuro con negatividad. Hoy los datos de la pandemia son más optimistas que los de hace un mes y seguro que menos de lo que serán el próximo. Por lo que hay que empezar a trabajar en el futuro inmediato con la esperanza de que todo esto sea más pronto que tarde un mal sueño. En la entrevista que hoy publica EL PERIÓDICO DE ARAGÓN al presidente de Aragón, Javier Lambán, se dibuja una realidad cruda pero se abre la puerta a la serenidad. No peligran los grandes proyectos en los que la comunidad autónoma tenía puestas amplias expectativas y los sectores estratégicos de la comunidad, aunque dañados, estaban en una posición de fortaleza previa a la crisis sanitaria que les podrá permitir afrontar con más claridad los próximos meses, que serán duros.

Por tanto, es un 23 de Abril extraño en el que Aragón tiene frente sí un dragón tan colosal como el que cayó derrotado ante San Jorge. Y este, tras una dura y dolorosa batalla, también caerá. A pesar de todo, feliz Día de Aragón.