Cuando lo que esta en juego importa, los ciudadanos acuden a votar. Con una participación masiva y por amplio margen de 10 puntos, los escoceses han preferido seguir juntos con los demás británicos. Los indecisos han sido muchos hasta el ultimo momento. O puede que, ante una cuestión de ese calibre, la gente se calle sus preferencias. Los contrarios a la independencia han advertido de sus efectos negativos. En resumen, una Escocia independiente no podría utilizar la libra esterlina, su sistema de pensiones estaría desequilibrado, su sistema bancario hipertrofiado se iría a Londres y tendría que volver a pedir su ingreso a la UE.

Los independentistas hacían valer que tendrían autonomía fiscal, aplicar políticas socialdemócratas, evitar las privatizaciones de servicios públicos impulsadas por los gobiernos conservadores de Londres, y podrían gestionar en su beneficio el maná petrolero. Estas cuestiones, tanto políticas como económicas, tienen su importancia. El partido nacionalista escocés, el SNP, no pasó de ser un partido folclórico hasta que en 1970 se descubrió petróleo en el mar del Norte. Fue Thatcher la que dio alas al nacionalismo al rechazar ningún compromiso con una Escocia laborista. En 1997, los escoceses contribuyeron a la victoria de Blair no eligiendo ni a un solo diputado conservador. Y Blair se lo agradeció creando el Parlamento escocés, en el que desde el 2007 tiene mayoría relativa el SNP y sus gobiernos han desarrollado políticas populares y de bienestar social. Pero los riesgos son elevados. Las rentas petroleras son dudosas, los independentistas las valoran en 6 % del PIB en el 2017 y el Gobierno británico en el 2%, tres veces menos. Un informe del Tesoro británico argumentaba que cada escocés dispondría de 1.400 libras anuales más dentro de la Unión. Y el de Escocia aseguraba que la independencia daría a cada escocés un bonus de 1.000 libras anuales. Vaya usted a saber las hipótesis que subyacen en cada uno de esos estudios-

LA CUESTIÓN de la moneda ha debido tener una gran importancia, ya que la viabilidad de una Escocia independiente dependía de la cuestión monetaria. La propuesta del SNP de conservar la libra en el seno de una unión monetaria con el Reino Unido era la menos arriesgada. Pero implicaba serias restricciones a su independencia fiscal y presupuestaria.

Además el Banco de Inglaterra ya había advertido que rechazaría esta opción. El plan B era mantenerse en la libra informalmente, como Ecuador utiliza el dólar. Pero ello implica acumular grandes reservas de cambio y no disponer de un prestamista de ultima instancia. Un escenario muy arriesgado. Paul Krugman les ha explicado cómo lo ocurrido en la UE, desde el 2009, muestra los peligros de compartir una moneda sin una unión política. Hemos aprendido en el dolor que una área monetaria precisa una integración fiscal y bancaria, que limitan fuertemente la independencia política. Al final, les decía Krugman, Escocia puede acabar como España, pero sin sol. No tendrán los recursos para dotarse de un Estado de bienestar a la noruega, el ejemplo soñado. Ni podrán ser como Canadá, el otro ejemplo, porque Canadá tiene su propia moneda.

Los primeros análisis, apuntan a que las clases populares, atraídas por un mejor estado social habrían apoyado la independencia, y las clases medias y medias altas, mas conscientes de los riegos, se han movilizado por el seguir juntos, pero con cambios. En efecto, al calor de la campaña, Cameron ha prometido más delegación de poderes y mas autonomía fiscal, la maximum devolution. Una opción intermedio entre el status quo y la independencia que se negó a plantear en el referéndum, pero que es la que los electores han escogido implícitamente. Y ahora Cameron se tiene que embarcar en una profunda transformación de la estructura territorial del Reino Unido, para que la max-dev no sea solo para Escocia. Lo que algunos interpretarán como una versión británica del café para todos, pero que puede ser un impulso federalizante para actualizar su sistema político.

LOS LABORISTAS habrán respirado aliviados. En un Reino Unido sin Escocia nunca gobernarían. Gordon Brown ha jugado un gran papel, aliando los aspectos emocionales de un escocés con los racionales de un experto. Ojalá en Cataluña hubiera algún Gordon Brown. Y en Bruselas también. El nuevo Estado hubiera debido pedir la adhesión y el proceso hubiera podido gestionarse de muchas maneras. A corto plazo se quita presión al proceso secesionista que se vive en otros países. Y a medio se evita que un Reino Unido sin Escocia y con mayoría conservadora hubiese salido de la UE. Pero sobre todo, porque lo que la UE necesita no es más desintegración sino impulso federal para completar su unión. Como el que el Reino Unido va a tener que hacer ahora.

Expresidente del Parlamento Europeo