Con un público entregado de antemano y con casi todas las entradas vendidas, el legendario grupo de humor británico Monty Python ha regresado por unos días a los escenarios. Actúa, hasta el próximo 20 de julio, en el imponente The O2 de Londres, construido en la orilla del Támesis varios lustros después de que el grupo se disolviera. Se trata de una vuelta fugaz, que los septuagenarios John Cleese, Terry Gilliam, Eric Idle, Terry Jones y Michael Palin --Graham Chapman falleció en 1989-- aprovecharán seguramente para hacer caja, reproduciendo gags antiquísimos que el público se sabe de memoria. También para comprobar que son muchos los que, en el Reino Unido y en todo el mundo, les echamos de menos. Quizá sea porque, aunque no faltan motivos para que nos llegue la cara hasta los pies, siempre puede hallarse una razón para reírnos hasta de nosotros mismos. A eso nos enseñaron estos maestros del absurdo y en eso habríamos de empeñarnos, siquiera de vez en cuando. Por ejemplo, al descubrir cómo se gestionó el dinero público en Plaza, el estado de las listas de espera sanitarias o el esperpéntico modo en el que se dirime el futuro del Real Zaragoza. Como no podía ser de otra manera, entre los números que los Monty Python representan en su espectáculo, no falta la canción Always look on the bright side of life ("Mira siempre el lado brillante de la vida"), banda sonora de la inolvidable escena final de "La vida de Brian". Bien haríamos en aplicarnos el cuento. Pero, ay, resulta tan difícil- Periodista