Queridos Reyes Magos: olvídense del oro, el incienso y la mirra.

Si de verdad quieren hacer un gran obsequio a los niños del mundo, libérenlos de esos que tan bien adoctrinan sobre ustedes, pero que solo ofrecen sufrimiento y humillación a los más pequeños.

Esos que predican sobre el amor, la pobreza y la misericordia, pero que han hecho de la Iglesia la más colosal y perdurable multinacional de la pederastia. A todos los rincones han llegado sus garras y aquí y allá han sido encubiertos por sus autoridades. Una asesina connivencia que sigue cobrándose vidas, devorando futuros.

El Vaticano encubrió durante 63 años (¡63!) los abusos del fundador de los Legionarios de Cristo. El prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, el cardenal João Braz de Aviz, ha reconocido ahora que se sabía desde el principio que Marcial Maciel abusaba sexualmente de menores, también de algunos de los hijos que tuvo con dos mujeres.

Pero había demasiado dinero en juego. En un platillo de la balanza estaba el dolor de los niños. En el otro, un imperio económico. Y la Santa Sede eligió.

Queridos Reyes Magos, aún son muchos. Demasiados. Uno solo es demasiado.

Si aseguran que siguen la estrella de la verdad, encárguense de que la luz deje al descubierto los rincones de la depravación.

Regalen una condena a todos los culpables, por obra o silencio, y una infancia a todos los niños.

*Periodista