Juega el Real Madrid en la final de la Champions League del 2002. Están empatados y Roberto Carlos, a la desesperada, lanza el balón a la olla que llega malamente hasta Zidane. Pero el francés gira sobre sí mismo, da una voltereta en el aire y consigue crear algo nuevo y extraordinario: transformar ese melón de pase en un gol mítico. Esta anécdota futbolera la saca a relucir el escritor Agustín Fernández Mallo tras recibir el premio de novela Biblioteca Breve por su Trilogía de la Guerra. Anécdota que rescató el premiado del escritor Eloy Fernández Porta quien la expuso en el congreso mexicano de Telecápita hace años, y que comparten estos dos amigos nada futboleros desde entonces. Una imagen que sirve para explicar la capacidad transformadora y genial de la literatura. La capacidad del escritor para ir más allá y convertir un melón en un balón campeón.

Recuerda Fernández Mallo esta anécdota a raíz de una pregunta del periodista Antón Castro de Heraldo de Aragón con respecto al conocimiento previo de la isla gallega de San Simón. Una suerte de prisión de Alcatraz española durante la Guerra Civil. Un espacio que conmocionó al autor cuando pudo visitarla en 2013. Escenario que abre la novela y del que el escritor solo conocía un libro previo de fotografías.

«No creo que la documentación exhaustiva y excesiva sea buena para un escritor. Es como ponerte unos grilletes», responde Agustín Fernández. Y si algo no se ha puesto con su nueva novela son trabas porque se trata de un proyecto literario ambicioso. Fernández Mallo con esta novela «le hace una enmienda a la totalidad que no arranca de la ira, ni del desprecio, sino de la admiración y el placer por el tiempo que le toca vivir y por la escritura», se- ñaló el escritor Ricardo Menéndez Salmón. «La acción se subordina a un relato insólito y reconfortante para nuestro panorama literario», comentó Pere Gimferrer.

Fernández Mallo nos habla de tres guerras (la civil española; la de Vietnam; la 2ª Guerra Mundial).Nos cuenta tres historias: la primera lleva por subtítulo combustibles fósiles por los muertos de la isla de San Simón; la segunda, Mickey Mouse ha crecido y ahora es una vaca, por la canción de David Bowie que apunta a lo monstruoso de la evolución norteamericana; y la tercera que recupera la vivencia de la playa de Normandía, los amos de la noche, por los miles de hombres que murieron en el desembarco. Una novela que su autor describe como caleidoscó- pica, que funciona en red y que apunta en múltiples direcciones. Un relato sobre «la interfaz por la que siempre transitamos los seres humanos». Porque «solo la muerte pasa la vida a limpio».

Una novela que, como declara su autor, recoge de W.G. Sebald la crónica minuciosa del viaje y la filtra desde la mirada monstruosa y desenfocada de David Lynch.