La figura señera del tristemente desaparecido periodista altoaragonés José Manuel Porquet acaba de merecer un feliz recuerdo en forma de un hermoso volumen, editado por la Asociación de la Prensa, en el que se recoge una selección de sus textos. El trabajo ha corrido a cargo de Julio Alvira Banzo, quien, para elaborar el completo sumario, ha consultado más de seis mil artículos firmados por Porquet en distintos medios, fundamentalmente Diario del Altoaragón y Heraldo .

En la introducción a "Nos queda la palabra", el presidente de la Diputación Provincial de Huesca, Antonio Cosculluela, define a Porquet, acertadamente, como un "especialista en lo general", o generalista, pues lo mismo, con idéntica mezcla de desparpajo y rigor, analizaba la política oscense que nos trasladaba a mundos exóticos, o hasta los perfumados aromas del periodismo culinario, que también supo cultivar a gran nivel. Porquet, en efecto, ponía la misma pasión en la defensa de sus colores futbolísticos, o en la loa de un buen vino, que en el análisis de la actualidad. Nada, ningún asunto público parecía escapar al juicio crítico de este pionero defensor de las libertades democráticas y constitucionales. A esa visión universal, otro colega que también lo conoció de cerca, Ramón J. Buetas, quiere añadir sus ansias por trasladar a la sociedad sus ansias de igualitarismo y dignidad. Un capital, como bien sabía Porquet, que estaba reñido con el franquismo.

Hablando, por cierto, de represión, hay que recordar que Porquet se las tuvo con el ministerio fiscal, órgano que lo acusó de desacato por un artículo publicado en 1979 en el que ironizaba, de manera inocente, con la subida de impuestos ordenada por el ministerio de Hacienda; naturalmente, sería absuelto de ésta su única y absurda querella.

Su pluma, siempre incisiva, y, con mucha frecuencia, visionaria, conseguía a menudo irritar al poder. Así, en 1977, cuando volvía a hablarse desde Madrid y Barcelona del trasvase del Ebro, se enfrentó con el ministro de Obras Públicas y con un tal Juan Antonio Samaranch, por entonces presidente de la Diputación barcelonesa, y trasvasista de pro. "El trasvase --escribió entonces Porquet--, antes que satisfacer reivindicaciones aragonesas en materia de riegos, significa firmar un acta de defunción con efectos aplazados a un período de tiempo terriblemente breve".

En aquella columna, el autor, hombre de amplia cultura, remataba citando nada menos que a Lao Tsé: "La suprema bondad es como el agua/ El agua todo lo favorece y nada combate/ Se mantiene en los lugares que más desprecia el hombre/ Y, así, está muy cerca del Tao".

Porquet esgrimió un humor fino, a veces ácido, pero siempre eficaz. Veamos un ejemplo: "Gonzalo Fernández de la Mora, aquel humorista al que hicieron ministro cuando el antiguo régimen había comenzado a demostrar que creía en la igualdad de oportunidades...". Sobre Iglesias, escribió: "De los bolsillos se le caen mancomunidades, gramáticas en catalán y vocaciones aragonesistas. Da la impresión de que no hay quien lo pare".

*Escritor y periodista