Lydie Salvayre presentaba recientemente, junto a Ramón Acín y Juan Bolea, su novela La compañía de los espectros . En el trasfondo de la obra subyace la locura, la enajenación que sufren las víctimas de la injusticia, condenadas por el gran drama de la guerra.

Madre e hija, protagonistas de un duelo con sordina, desnudan sus almas para mostrarnos el dolor que provoca la opresión totalitaria: es la Historia descrita desde un prisma femenino, la tragedia de unos seres en quienes se censura incluso el derecho a hacerse visibles.

Aunque la narración se sitúa en un marco preciso, su intención es mucho más amplia y pone en evidencia la fuerza del Poder para silenciar todo lo que se opone a su ejercicio total, absoluto; en cualquier tiempo y en cualquier lugar...

Ante la dócil sumisión a lo políticamente correcto y a los fáciles caminos trillados, el compromiso de artistas e intelectuales se alza como un estandarte de libertad, como la última barrera que defiende la potestad de forjar nuestro propio destino. La literatura aún tiene una misión ineludible: relatar la crónica de los invisibles y reescribir la Historia.

*Escritora