Por impresionante que sea la expansión de la lengua inglesa, no ha hecho más que empezar. Unos 1.000 millones de personas la hablan, pero según un estudio del British Council en los próximos 10 años 2.000 millones de personas estudiarán este idioma. Se calcula que en el 2015 unos 3.000 millones, la mitad de la población mundial, serán anglohablantes.

Esta realidad no es muy inquietante. Sobre todo porque los expertos no anuncian un futuro de uniformización, sino multilingüe. El inglés es y será, dicen, la lengua del intercambio comercial e intelectual, así como la de la comunicación globalizada por internet. Pero subrayan que resultará imprescindible conocer alguno de los otros idiomas --chino, árabe y español-- que tendrán también esta condición. Y ninguno de ellos sustituirá a las demás lenguas que identifican a grupos humanos que no quieren perderlas.

España, que habla uno de los grandes idiomas internacionales, tiene mucho ganado para este horizonte lingüístico. Pero es imperdonable que la enseñanza del inglés siga siendo, por falta de realismo, uno de los agujeros negros de nuestro sistema educativo