A José María Aznar la soberbia y la capacidad para mentir sin inmutarse no se le suponen; ambas cosas las tiene acreditadas. Ya saben: las armas de destrucción masiva, el 11-M, la catalanofilia íntima, el bautizo de ETA como Movimiento Vasco de Liberación Nacional... Así que su comparecencia ayer en el Congreso para responder sobre la financiación ilegal del PP podía ser perfectamente una síntesis de las que Jordi Pujol y Rodrigo Rato, por poner dos ejemplos de muy alto nivel, hicieron ante otras comisiones parlamentarias.
Pero hemos de reconocer que Aznar supero todo y a todos. Llegó con su guardia de corps, la nueva dirección del PP con Casado a la cabeza, y se sobró cuanto quiso. Se salió por la tangente, se puso farruco, mintió, mintió y mintió de forma tan evidente y bellaca, que uno, al oírle, solo podía superar la indignación con la risa. Su afirmación de que nunca se demostró que el PP tuviera una caja B (pese a lo que han sentenciado los tribunales) tal vez cabrease a alguien. Pero yo solté la carcajada cuando dijo que no conocía de nada a Correa y otros andovas de la Gürtel que tuvieron un papel destacadísimo en la regia boda de su hija Anita con el especulador Agag.
De todas formas, las comisiones de investigación que suelen montar las cámaras de representantes, sean las Cortes generales o los parlamentos autónomos, no dan más de sí. Sus interrogatorios se convierten en torpes duelos retóricos, cuando deberían ser una cosa más precisa y más seria. En teoría, mentir en tales comparecencias es un delito; en la práctica es lo habitual. Por eso los portavoces de los grupos ya no preparan sus respectivos cuestionarios con intención de clarificar lo investigado. Para qué. Ayer, Iglesias, Simancas o Rufián intentaron tirar por lo simbólico (la boda de El Padrino, las fotos de un Consejo de Ministros repleto de delincuentes presuntos o sentenciados), pero su oponente hablaba de Cataluña, de Venezuela y pontificaba... ¡sobre la democracia!. Debería haber salido del Congreso esposado. No fue así. Sus incondicionales dicen que triunfó. Pobre España.