Muchos habrán sentido miedo en estos días de confinamiento. Al virus, a la muerte, a lo desconocido. Un miedo que habrán combatido con las armas de la empatía o del humor. Reacción lógica, ese temor, frente a la gravedad de las circunstancias y provocado, bien por las frecuentes apariciones del ministro Illa, bien por la muy dramática pero tan española constatación de que nuestros partidos han sido una vez más incapaces de superar sus visiones o intereses particulares en aras del general.

Para esos españoles que ingenuamente pensaban que la pandemia podía ser una buena oportunidad para recuperar parámetros de unidad, ideas—espejo como la dieta mediterránea, la selección española, la quiniela, la lotería, la monarquía, El Corte Inglés y otros rasgos supuestamente comunes, Casado y Torra, Urkullu, Feijóo y Abascal, entre otros próceres, se han encargado de quitarles la razón o la ilusión.

El miedo, la sugestión, el pavor o el terror y el confinamiento van en cualquier caso de la mano y por eso seguramente leo estos días con particular intensidad 'El apartamento olvidado', de S. L. Grey, todo un experto novelista en el género del terror.

La trama de esta original novela lo es, sin duda. Trata de un tema muy de moda, el del intercambio de pisos. Ya saben, por un módico alquiler ustedes pueden pasar una semana en Londres en una casa cuyos propietarios disfrutarán a su vez de otra semanita en la suya. Todo se gestiona, firma y abona en la Red. Aunque abran las puertas de su intimidad, los respectivos propietarios no tienen por qué llegar a conocerse, ni a verse siquiera.

Los protagonistas de 'El apartamento olvidado', una pareja de profesores de Ciudad del Cabo, querían visitar París y, animados por la buena fama de estos intercambios acuerdan con una pareja de parisinos el de sus respectivas casas. Viajan a París, se presentan en el apartamento de los otros, abren su puerta y… A partir de ahí, toda clase de acontecimientos inesperados y, sí, terroríficos, se sucederán…

Combatir el miedo real con el inoculado por la ficción, ¿no recuerda el modo de actuar de las vacunas? Puede que las buenas e imaginativas historias que tanto miedo dan, como las de S. L. Grey, también lo curen.