La vida de Miguel de Cervantes no había dado tanto juego como su obra, y en ese sentido no se diferencia demasiado de tantos otros escritores. Pero, a medida que se van conociendo más datos de sus aventuras, peripecias, desengaños, esperanzas y sufrimientos nos damos cuenta de que quien sigue estando considerado el mayor genio de nuestras letras disfrutó, padeció, combinó una vida plena, arriesgada y rica.

El profesor y escritor Alvaro Espina se ha detenido en un período de su formación y juventud, el que discurrió de 1566 a 1569, para esforzarse por trazarnos una detallada y yo creo que realmente profunda semblanza del joven Miguel, en una novela que alterna historia y ficción y que me ha parecido deslumbrante por su ambición, dimensión, contundencia y rigor: Cerbantes en la casa de Eboli (Suma). Y sí, no es un error, titulando con el apellido con b, Espina respeta la rúbrica original, tal como firmaba el propio autor del Quijote: Miguel de Cerbantes.

Su estadía en la Casa de Éboli mostrará al joven Miguel los entresijos del poder de la corte más influyente del mundo, la de Felipe II. Un auténtico césar, en cuyos dominios no se ponía el sol y cuyos tentáculos se extendían por la política europea. Con Ruy Gómez, con López de Hoyos, con Espinosa o con el viejo duque de Alba, Miguel, convertido en secretario de los duques de Éboli e instructor de su hija Ana accederá a las claves políticas de un reino que irá agrandándose a medida que los influyentes personajes que visitan el palacio exponen la política de Flandes, los nuevos descubrimientos en las Indias, Filipinas, África subtropical, los últimos rifirrafes entre dominicos y jesuitas (que se disputan el poder eclesiástico), los revolucionarios escritos de la hermana Teresa de Jesús (a la que se niega cualquier poder en la iglesia) o los movimientos de Felipe II para establecer lazos de sangre, vía futuros enlaces matrimoniales, con las principales coronas de una Europa en la que España, Francia e Inglaterra se disputan supremacías y riquezas, siempre con un ojo puesto en los turcos o en los aguerridos pueblos del norte y del centro de un territorio europeo que todavía depararía muchas sorpresas, no siempre agradables, a los ambiciosos Tercios.

Una novela instructiva, interesante, inteligente, que se lee como un gran fresco de la época cervantina, un Siglo de Oro visto con los ojos de un genial escritor.