Una carta, dirigida al rey, por un grupo de militares retirados, el contenido de algunas de las afirmaciones que uno de ellos hizo en un chat y una especie de manifiesto han vuelto a poner sobre la mesa de la actualidad informativa una pregunta recurrente en nuestro país: ¿sigue habiendo golpistas?

Llevo años diciendo, por diferentes medios de comunicación, que en España ya no es posible un golpe de Estado. Y me atrevo a hacer esta afirmación basado en las siguientes razones: 1- La sociedad española no lo permitiría. No estamos en 1923, ni en 1936, ni siquiera en 1981, y que un espadón se hiciese con el poder por la fuerza tendría tal resistencia enfrente que lo haría imposible. 2- Pertenecemos a la Unión Europea. Ese contexto pesa mucho en nuestras vidas y ese club es inequívocamente democrático, a pesar de que en algunos países (Hungría, Polonia) sus dirigentes no lo entiendan muy bien. 3- El actual despliegue de nuestras Fuerzas Armadas no tiene nada que ver con el antiguo de Regiones Militares, en el que una persona, el Capitán General, tenía atribuciones de mando hoy impensables. 4- En los ejércitos no hay golpistas. Ningún mando, ni siquiera votante de Vox, concibe un golpe de Estado, es impensable. Una cosa es hablar y otra hacer. 5- Los golpistas están muy lejos de la cadena de mando. Solo la edad, que a veces nos hace evolucionar muy mal (véase Felipe González ), o una copiosa comida bien regada con alcohol, puede llevar a un nostálgico del franquismo a anhelar una acción que nos pudiese retrotraer a aquellos tiempos. Y solo alguien enfermo de odio puede soñar con fusilar a 26 millones de compatriotas.

Esos señores, que ya no son militares en activo, hacen gala de esa condición para llevar al error a muchos ciudadanos que pueden pensar en que son «los militares» los que opinan así. Y no es verdad. Hoy el militar es un ciudadano como otro cualquiera, que va a votar cuando se le convoca y que obedece las órdenes que le dan las autoridades competentes para ello. Viene a cuento que recuerde una anécdota que circuló mucho por los cuarteles en los primeros años de democracia posfranquista y que relata como la primera ministra de la Gran Bretaña, Margaret Thatcher , recibió a un alto mando militar y escuchó de este ácidas críticas a su política en relación a las FAS, a lo que le contestó: pues ya sabe usted lo que tiene que hacer, no me vote la próxima vez.

Nuestros ejércitos tienen hoy una bien ganada fama en el mundo. Las misiones de paz hacen que los militares de muy diversos países se relacionen entre ellos e intercambien información y procedimientos sobre cómo actuar. Y al acabar cada misión se formalizan informes sobre lo realizado y los gobiernos de esos estados, así como las organizaciones internacionales, evalúan a las unidades intervinientes, siendo en todos los casos muy favorables hacia los militares españoles. Es ahí donde quieren estar y no en hipotéticos sueños golpistas.

En resumen: es algo serio, no deberían haber escrito esa carta y ese manifiesto, pero no debemos ver en ello un cataclismo. Puestos a encontrar motivos de preocupación yo pondría el foco en otros protagonistas, comenzando por Vox que ha afirmado de forma rotunda, por una de sus diputadas más activas (Macarena Olona), que esos militares jubilados «son de los nuestros». Por si no tuviésemos suficientes muestras de sus ideas poco o nada democráticas y de sus querencias hacia el franquismo, aquí tenemos una prueba más. Que 52 diputados y más de tres millones de votantes defiendan esas ideas, eso sí que es preocupante. ¿Y el PP? Pues depende, si toca moderación, como en el discurso de Pablo Casado en la moción de censura de Vox a Pedro Sánchez , pasan como de puntillas por el asunto. Si escuchamos a Isabel Díaz Ayuso no hay duda alguna, defiende las ideas expresadas por esos jubilados, o lo que es lo mismo, se alinea con Vox una vez más. Sobre la afirmación de la moderada portavoz, Cuca Gamarra , llamando traidor al presidente del Gobierno, poco se puede añadir. Y ahí sí, ahí tenemos un problema. Los nostálgicos del franquismo, como vemos, son muchos, no solo unos militares jubilados.

Y puestos a profundizar algo más en estas ideas profranquistas y antidemocráticas, deberíamos posar nuestra mirada en esos medios de comunicación en los que todos los días se hacen llamamientos a los golpes de Estado. No veo que haya denuncias públicas a quienes dan cabida a sembradores de odio. Y ahí también hay un problema, y grave.

Para terminar, las apelaciones a que el rey conteste a esos militares jubilados. Pretender eso es no saber en qué consiste una monarquía parlamentaria. O, lo que es peor, no querer saberlo. El rey tiene discursos oficiales, en Nochebuena, en la Pascua Militar, en los que deberá decir algo, pero exigirle, ahora, que les conteste, es pretender violentar el Estado de Derecho.