Uno de los rasgos del populismo es convertir las leyendas urbanas en el centro del debate y diseñar las políticas públicas a partir de ellas. La conspiración sustituye a la complejidad; la anécdota a los datos; el escepticismo frente a los medios tradicionales se combina con la credulidad ante lo que digan quienes no son ellos.

Todos los grupos usan partes del estilo populista, pero en algunos esta característica es más nuclear. Los votantes de Vox hablan de inmigrantes que reciben ayudas en cuanto llegan; los dirigentes insinúan privilegios y estigmatizan grupos. Líderes de UP hablan de comisarías donde se pregunta a quien denuncia una violación si llevaba minifalda.

Estos días se ha presentado el anteproyecto de ley orgánica sobre la libertad sexual. El Ministerio de Igualdad decía que se había aprobado una ley, lo que no es su función, pero ya sabemos que una de las actividades principales del Gobierno es la emisión de noticias falsas. Era algo histórico, y a la vez debía redactarse muy rápido para llegar al 8-M. La chapuza del anteproyecto -los errores formales, reiteraciones, solapamiento competencial o discordancias con el Convenio de Estambul que han señalado expertos y otros ministerios en manos del PSOE- muestra de nuevo lo que es UP: mentalidad totalitaria atenuada por la incompetencia. La polémica ha creado tensión en el Gobierno y generado el fenómeno infrecuente de colocar a Carmen Calvo en el lado sensato de una discusión.

El Ministerio de Igualdad presumía. Las mujeres no perderán sus derechos en callejones oscuros, tuiteó: una combinación de imaginario de telefilme, ignorancia legal y propaganda. Pablo Iglesias ha dicho que quienes criticaron lo que presentó su mujer son unos machistas: que se lo digan a él a la cara. Es curioso que el organismo responsable de la salud repesque el eslogan borracha y sola, quiero llegar a casa: Ferran Caballero ha desactivado el lema como una confesión de impotencia: libertad y seguridad, pero sin que suene de derechas, y por si acaso sin one night stand, que luego todo se complica. Al leerlo parece que solo las mujeres son víctimas y que son básicamente sujetos pasivos; deseadas y no deseantes. La ley anterior tenía aspectos mejorables, como han señalado numerosos expertos. Pero lo que se reivindica como novedad o corrección no lo es: hay un cambio léxico, pero en la normativa anterior las relaciones sin consentimiento ya eran delito y el parentesco ya era un agravante. El sí es sí, como ha señalado Tsevan Rabtan, solo puede ser dos cosas: o un timo más, palabrería que no cambia la regulación actual, o la alteración de principios legales básicos -la carga de la prueba, la presunción de inocencia- en un solo tipo de delito.

@gascondaniel