Al final, el pulso que mantenía la ministra de Educación, Isabel Celaá, con las comunidades autónomas, incluidas las socialistas como Aragón, ha terminado cediendo a las realidades de cada territorio. Llegó a decir el presidente Lambán que el plan de la ministra era «inviable» porque a menos alumnos, más profesores y eso supone un gran desembolso económico, e incluso se opuso a llevar mascarillas. Ahora, estas ya no serán obligatorias y se flexibiliza el número de alumnos. Lo único que tendrá que cumplirse (el resto son meras recomendaciones) es el 1,5 metros de distancia, en lugar del metro que pedía Aragón. Pero al final se impone el sentido común y práctico. Una vez más, la responsabilidad individual de cada alumno y de cada centro y profesor será básica y fundamental para evitar contagios del covid en el próximo curso. Y se pone de manifiesto que la educación es materia autonómica.